La Celestina
24 Abr 2016
Ni el personaje de Calixto, ni el de Melibea, tuvieron peso por si mismos para retener en ellos el título de la obra escrita sobre su historia por Fernando de Rojas, como tragicomedia, en los últimos años del siglo XV, bajo el reinado de los Reyes Católicos; entonces, como a lo largo de los más de quinientos años transcurridos y como hoy, el gusto de esta España nuestra, pintada a base de aguafuertes, sin matices: o blanco o negro, sazonada a base de ironía, con un punto de cinismo, prefirió poner el foco en el personaje de la alcahueta, correveidile, comadre, puta, partera, cuando no bruja, y la obra pronto se conoció como “La Celestina”.
La compañía Nacional de Teatro Clásico, dirigida por Helena Pimienta, presenta hasta el 8 de mayo este espectáculo en el remozado Teatro de la Comedia, de Madrid, bajo la dirección de José Luis Gómez, que hace doblete interpretando al personaje de la Celestina, haciéndolo de una manera tan natural, tan poco forzada, que sería inexacto decir que lo hace travestido, pues lo que se ve sobre sobre las tablas no es un hombre haciendo de mujer, sino que es una mujer, así lo atestigua su movimiento, su zalamería en las expresiones, sus ripios en la forma de hablar con un cierto seseo andalusí e, incluso, los bailes que más que interpreta apunta, pero con gran gracilidad, especialmente en sus manos. Desde el punto de vista interpretativo de José Luis Gómez nada que reprochar a esta versión de La Celestina, impecable; y seguramente ahí nace la cruz de este espectáculo, en el que lo mejor de Gómez se ha quedado en su trabajo como actor, sin alcanzar ese nivel como director del mismo.
El espectáculo como tal, va de más a menos, y los más de 150 minutos de duración lo van dejando en evidencia según pasa el tiempo, hasta percibirse una cierta frialdad que se consuma finalmente con unos aplausos del público más tibios de lo que la excelente interpretación de José Luis Gómez merece.
Algunos efectos utilizados no ayudan al resultado final del espectáculo y entre ellos destaco la “artificial” muerte de Celestina, el muñeco colgante, sin cabeza, que representa a Calixto muerto durante la parte final de la obra o la caída del velo con la que se hace la metáfora sobre la muerte de Melibea, sin resultar verosímil tampoco la escena sexual entre los amantes de esta tragicomedia.
La puesta en escena escogida es minimalista con muy pocos elementos utilizados, representándose las callejuelas de una villa castellana medieval a través de un andamiaje con pasarelas en tres alturas, por donde permanentemente van moviéndose personajes, convertidos en sombras anónimas, mientras que dos escotillas, bajo el escenario, dan cobijo al submundo de criados y miserables. A destacar la iluminación de Juan Gómez-Cornejo, especialmente al recrear un estanque de aguas esmeraldas y la nave de una iglesia. El vestuario es atemporal, encajando sin sobresaltos con la escenografía.
El trabajo de José Luis Gómez tapa el del resto del elenco, donde, en todo caso, destaca la corrección de Raúl Prieto como Calixto, sobrio actor que descubrimos en “Misántropo”, que sigue en esa buena línea, Marta Belmonte consigue una adecuada Melibea, muy naturales resultan Inma Nieto (Elicia) y Nerea Moreno (Areusa), y por debajo de lo que su papel exige Chete Lara, en un flojísimo monólogo en el lamento final de Pleberio, ante la muerte de su hija, que no es el final que la obra merece.
En cualquier caso, cualquier aficionado al teatro debería acudir a ver esta Celestina, con un trabajo interpretativo de José Luis Gómez que recordaremos por mucho tiempo.
Crítica teatral publicada en @elespanolcom el 30/04/2016: http://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/cultura/20160429/121057894_7.html