Orestíada, crítica teatral
29 Abr 2025
Que la historia del mundo se repite de forma continua e ininterrumpida, más allá del paso de los siglos, es algo afirmado por filósofos y pensadores de todos los tiempos.
“Un tiempo que espera sentado que hagas lo que ya has hecho”
Eugene O’Neill, premio Nobel de Literatura en 1936, afirmó que ‘No hay presente, ni futuro, solo el pasado, que se repite una y otra vez, ahora‘, lo cual complementó Karl Marx con su frase de que ‘La historia se repite, primero como tragedia, luego como farsa.’
Gran parte del gran atractivo de las grandes tragedias clásicas es su vigencia que hace que insistentemente, volvamos la vista hacia ellas, comprobando cómo conectan, al máximo, con la actualidad.
“Mi padre ha ganado esta guerra, vas a tener que salir de esa cama”
Dentro de los habituales estándares de calidad que mantiene el proyecto ‘Teatro Urgente‘ fundado por Ernesto Caballero y Karina Garantivá, con el foco en buscar terrenos de experimentación entre el teatro y la filosofía, que nos ha permitido disfrutar de piezas como ‘Voltaire‘, ‘Hanna Arendt en tiempos de oscuridad‘ y ‘Ortega‘, aborda ahora la trilogía de la ‘Orestíada‘, única que se conserva completa de su época, escrita por Esquilo, considerado como primer gran representante de la tragedia griega y predecesor de Sófocles y Eurípides.
“¿Qué se puede hacer con los que ostentan el poder de forma injusta?”
Las tres obras que componen la ‘Orestíada‘: ‘Agamenón‘, ‘Las coéforas‘ y ‘Las euménides‘, son objeto del diálogo contemporáneo que se nos propone en esta pieza, y la esencia de todas ellas es representada sobre el escenario del Teatro de la Abadía, aunque el momento de mayor luminosidad y conexión, entre la escena y los espectadores que ocupan la platea, se logra en la recreación de ‘Las euménides‘, cuando ‘Orestes’ es llevado a juicio, en el Areópago, tras asesinar a ‘Clitemnestra’, su madre. Frente a él ‘Atenea‘, ‘Apolo‘, las Furias y un abogado revestido de ropas de nuestra actualidad, que es interpelado por una mujer a la que Marta Poveda dota de gran intensidad y energía, poniendo en tela de juicio la real objetivad del fallo del tribunal y la manipulación del dictamen o sentencia, hasta afirmar que: ‘La Justicia es un acto del poder’. Veintiséis siglos después las mismas disquisiciones.
“Cuando el poder es criminal, alguien tiene que ir más allá del odio”
‘Orestes‘, encontrado inocente, echa la vista atrás y ubica el sacrificio de ‘Ifigenia‘, por parte de su propio padre, ‘Agamenón‘, para conseguir la victoria en la Guerra de Troya, como la semilla de la tragedia vivida en el seno de su familia, a su retorno tras diez años de ausencia, durante los cuales, su esposa, ‘Clitemnestra‘ mantuvo una relación adúltera con ‘Egisto’, primo de su esposo, quien ambiciona ocupar el trono, para el que se considera legítimo. El Rey muere a manos de su esposa, quien le lanza una red mientras disfrutaba de un baño, teóricamente, preparado para su goce, antes de asestarle los tres golpes que acabaron con su vida. La vindicta queda cobrada. Todo lo cual se relata en la primera pieza de la trilogía.
Dentro de ‘Las coéforas‘, segunda parte de la trilogía, ‘Orestes‘ y su hermana ‘Electra‘, planean lo que consideran justa venganza sobre ‘Egisto’ y ‘Clitemnestra’, asesinando a ambos, y las Furias invocadas por la madre, perseguirán a ‘Orestes‘, el hijo.
“La verdad se disfraza para que no la podamos reconocer”
Así, un acto cruel, propicia una nueva atrocidad, la sangre de los unos, invoca a la de los otros, un asesino se convertirá en víctima tras la venganza, una guerra sucederá a otra, una injusticia germinará en sed de nuevo ajuste de cuentas. Dolor, odio, rencor, etc… en una sucesión sin fín.
Desde el punto de vista de la puesta en escena, un elemento vertebrador es la música electrónica que lo acompaña, ejecutada en directo por Bastian Iglesias, destacando el uso del ‘theremin’ óptico, un instrumento que ha adaptado como su medio de expresión principal.
“El odio nunca termina”
Lo anterior incardina con la plástica escénica diseñada por Fer Muratori, que consigue, especialmente al principio, convertir lo que ocurre sobre la escena en una especie de fiesta house, donde prima el movimiento y el contraste entre el color negro que predomina en escena y vestuario (creado por José Cobo) y los focos cuyas luces surgen aquí y allá, en ocasiones invadiendo la visión en el patio de butacas. El ritmo consigue ser frenético y consecuencia de ello es que algunos pasajes del texto terminan por no llegar, de forma adecuada, a los espectadores.
“La justicia es un acto del poder”
El elenco se mueve por todo el escenario como si fuera el coro en el teatro clásico griego, resulta como un todo y el resultado conjunto es adecuado, aún subrayando, como momento más brillante, la disputa dialéctica que mantienen Marta Poveda (Historia de una escalera, Macbeth, El idiota, La dama duende, Pingüinas), instalada en una butaca de la primera fila de la platea, y Gabriel Garbisu (Ser o no ser) en la recreación de la Justicia, ambos con ropas contemporáneas, Junto a ellos, Olivia Baglivi (El proceso), Nicolás Illoro (Ser o no ser, El desdén con el desdén) y Alberto Fonseca (Ortega ,‘Voltaire‘).
“¿Qué hacemos con este odio?, ¿Cuándo se termina?.”
Karina Garantivá firma la versión de esta ‘Orestíada‘, que el talento escénico de Ernesto Caballero logra que lo mejor explote en el paladar del espectador en su parte final, alrededor del juicio enmarcado en ‘Las euménides‘, en un conseguido dialogo contemporáneo con uno de los grandes clásicos del teatro griego. ¿Acabará la cadena de venganzas con el dictamen del juicio sobre ‘Orestes‘?, la respuesta es obvia, tanto en la tragedia teatral, como en los pleitos que asolan el mundo, y más oportuna parece la pregunta de ¿Qué hacemos con este odio?, ¿Cuándo se termina?. La respuesta vuelve a ser obvia.
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