El dilema del corcho, crítica teatral
en Teatro
10 Nov 2024
Un viejo profesor de filosofía, de reconocido posicionamiento político de izquierdas, situado en eso que a veces se califica como la ‘superioridad moral’, arraigada a ciertos principios éticos, se convierte en tema de máxima actualidad ya que tras criticar durante años a determinados empresarios que donaban recursos económicos para dotar a la sanidad pública de los más novedosos medios tecnológicos vinculados a los nuevos descubrimientos en materia de salud, defendiendo que lo que tenían que hace era tributar en base a su real fortuna, sin aferrarse a la ingeniería fiscal para pagar menos impuestos de lo que les correspondería; anuncia su decisión de someterse al tratamiento innovador facilitado por un conocido empresario a través de donación, con efecto desgravatorio para si, a nivel tributario. Pero es que el veterano catedrático, defensor de la igualdad y la equidad, se sabe enfermo terminal y de lo que se trata ahora es de su supervivencia. Nada hace al hombre tan humano, como los límites de su propia debilidad.
“Yo estaba entre los alumnos que usted ignoraba”
Sobre la idea anterior, Patxo Tellería construye un texto con aires de thriller, pero marcado más por la comedia que por el drama.
¿Ser fiel a los principios defendidos durante toda la vida o claudicar?, en el planteamiento hay algo más que un guiño a la referencia de filosofía clásica de Sócrates, quien condenado a muerte en defensa de sus principios, rehusó la posibilidad de huir de Atenas y aceptó la dosis de cicuta vinculada a su sentencia, a la edad de 71 años.
“Un filósofo es alguien capaz de explicar cien maneras de hacer el amor, pero incapaz de encontrar a la persona adecuada para hacerlo”
El desarrollo de la trama sucede en tiempo real. El profesor está en su despacho, preparando las palabras que utilizará en su entrevista en el programa de noticias de máxima audiencia de las 21 horas, cuando es abordado por quien se identifica como un antiguo alumno, de su primera época como profesor, él tiene 72 años y aquel ya ha llegado a los 60, solo doce años separan, a quien hace décadas era un joven profesor, respecto sus discípulos.
El alumno ha escrito un texto teatral y solicita a su venerado maestro la realización de un prologo, para lo cual utiliza la referencia a la ex-mujer del profesor, logrando la atención de éste.
“El capitalismo nos ha ganado por goleada”
El pasado, para todas las personas, acoge peripecias y vicisitudes que, con el paso del tiempo, pueden no llegar a ser depuradas, en su responsabilidad, nunca e incluso condicionar el presente y el futuro de sus protagonistas. Aquí el pasado se hace presente a través del alumno que pone al profesor frente al espejo de sus recuerdos.
Hasta la mitad de la obra el relato, en fondo y forma, es impecable, pero cuando la identidad real del alumno se troca hasta en tres personalidades diferentes, en la antítesis las unas de las otras, pierde algo de cadencia narrativa y credibilidad, y la comedia, irremisiblemente, acaba imponiéndose a lo que podría haber sido un eficaz relato en clave de tragicomedia, dándose vueltas y ripios innecesarios con la resolución de por medio, cuando mucho antes parece divisarse una más que eficaz.
“El mundo ya es una miserable carrera de ratas”
Un espacio escénico único acoge el desarrollo de la trama, recreando el despacho del profesor adecuadamente, con diseño de escenografía de Fernando Bernués, que cuenta con las adecuadas aportaciones de David Rodríguez en iluminación, Adrián García de los Ojos en espacio sonoro y Ana Turrillas en vestuario.
El ritmo del que dota al espectáculo Mireia Gabilondo, con su dirección, es adecuado y presenta la trama con eficacia, si bien la recreación de videoescena que se proyecta de la videoconferencia del profesor, cuando le entrevistan para televisión, debería ser en directo y no pregrabada, lo cual obliga al interprete a simular, frente al público, que habla, cuando no lo hace.
“Tú eres el corcho que nunca se hunde”
El propio autor, Patxo Telleria (El viaje a ninguna parte), recrea al alumno, en todos los roles que adopta, haciéndolo de forma brillante, especialmente hasta la mitad de la pieza, como ‘Zanahorio’. Frente a él, más adecuadamente junto a él, Ramón Barea (El viaje a ninguna parte, Shock [El cóndor y el puma]) da una nueva prueba de su gran oficio actoral, interpretando al profesor de forma convincente y mostrándonos los perfiles del dilema al que se enfrenta en el final de su vida, más allá de materiales insumergibles, ¿ser fiel consigo mismo o subsistir un tiempo más, pero renunciando a quien siempre quiso ser?.
Esta propuesta se construye desde una historia que, matices a parte, funciona por si misma. Personalmente hubiera preferido un final en clave distinta que, por cierto, queda apuntado, pero es evidente que la producción de Tartean Teatroa, en colaboración del Teatro Arriaga y con texto de Patxo Tellería, sugiere e invita a la reflexión y eso es de agradecer.
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