Sin respuesta a la desesperación
01 Jun 2015
Europa lleva ocho años de crisis ininterrumpida, no hay crecimiento, los mercados financieros siguen haciendo ganancias con posiciones bajistas, especulando con que el “drama griego” salte por los aires y lleve a Grecia fuera de la UE, Alemania sigue vendiendo sus productos al resto de sus socios, mientras los países periféricos -Grecia, Portugal, España…- exportan mano de obra, Gran Bretaña plantea un referéndum sobre su continuidad en la Unión Europea, avanza el euroescepticismo; el poder económico mundial ya no está en el viejo continente, exhausto frente al poderío asiático, la pesada burocracia comunitaria lastra la necesaria voz común de Europa, hay más pobreza, más corrupción, más desempleo… y mientras todo ello sucede siguen siendo centenares de miles quienes buscan un futuro mejor en estas orillas, cayucos llenos de hombres, niños y mujeres embazadas, como sombras en la noche, solo iluminada por el brillo de sus ojos y el de sus sueños. Toda una alegoría entre nuestro infierno y el suyo, sustanciado en un hecho casual, como es la fortuna de haber nacido a este lado de la orilla o aquel.
Según datos The Migrants Files, el Observatorio Fortress Europe, United for Intercultural Action y la Agencia Europea de Control de Fronteras, entre 2000 y 2013 perdieron la vida 23.000 inmigrantes intentando entrar en Europa, esos si son los datos de una guerra, que, por cierto, sucede a diario en el patio trasero de nuestras casas. A estas alturas del siglo XXI nuestro primer mundo no ha sido capaz de dar una respuesta a la desesperación, ni siquiera de asumir su papel en el verdadero problema.
Es un tema mas para ellos, al que nadie quiere meter mano. El problema es que son personas tratadas como «un tema», sin salida, buscando un futuro.
Gracias por el comentario. La inmigración existió, existe y existirá; no se pueden «poner puertas al campo».