La aparición y desaparición del evanescente Carles

18 Ago 2024

A veces lo que parece realidad es estricta ficción, y lo que vemos como hechos del día a día no son más que una sucesión de hitos que componen, unos tras otros, una representación de la que somos privilegiados espectadores por obra, arte y mérito de quienes nos asignan ese rol.

Siete años después de la sonada fuga de Carles Puigdemont, por entonces ‘president’ de la ‘Generalitat’ de Cataluña, en el poco glamuroso maletero de un vehículo, con el objetivo, a corto plazo, de salir de los límites territoriales de España; y el destino, a medio plazo, de ubicarse en la belga ciudad que da nombre a la celebre batalla que supuso la mayor derrota de Napoleón que dio paso al ingreso en prisión al, hasta entonces, ‘Emperador’; el prófugo de la Justicia española ha vuelto a cruzar la frontera, al menos en dos ocasiones, sin mayores dificultades y sin que ningún integrante de cualesquiera cuerpo policial haya sido capaz de identificarlo y detenerlo, todo ello al margen de que se permitieran reuniones con terceras personas e incluso participar en algún almuerzo o cena con aires de evento social en territorio catalán.

¿Qué trajo hasta España a Carles Puigdemont después de siete años en los que ha sido extremadamente cuidadoso en no cruzar los límites fronterizos del país cuya ‘Justicia’ mantiene su orden de detención?.

La evidencia de lo afirmado, justifica el título de estas líneas, pues coincidiendo con los actos de investidura del nuevo ‘president’ autonómico de Cataluña, Salvador Illa, hubo aparición y desaparición del evanescente Carles, en el sentido del significado de ese termino, en cuanto a ‘vaporoso’ como esencia de la justificación de su ilocalización por parte de las personas, de carne y hueso, que tenían como tarea su detención.

¿Qué trajo hasta España a Carles Puigdemont después de siete años en los que ha sido extremadamente cuidadoso en no cruzar los límites fronterizos del país cuya Justicia mantiene su orden de detención?. Lo cierto es que fueron sus propias palabras, y promesas, las que construyeron este episodio digno de haber sido creado por el ingenio surrealista de Luis García Berlanga y Rafael Azcona.

A veces lo que parece realidad es estricta ficción.

El 9 de abril de 2024, en plena la campaña electoral de las elecciones autonómicas catalanas del 12-M, Carles Puigdemont afirmó que dejaría la política si no conseguía ser investidopresident’, aseveración, con vocación amenazadora, que no le sirvió para cambiar la inercia de los sondeos, en los que nunca estuvo en primera posición, lo cual se ratificó en el recuento definitivo de los votos.

Posteriormente se comprometió a que, fuera cual fuera el resultado electoral, estaría en la sesión de investidura del nuevo ‘president’, al margen de que ello pudiera suponer que fuera detenido.

En absoluto me veo, de ninguna manera, en la oposición […]. No puedo hacer política activa si no tengo la responsabilidad de la presidencia.” (Carles Puigdemont, afirmación realizada el 9 de abril de 2024, recogida en el Diari Ara)

Pues bien, ambas afirmaciones han sido incumplidas y ahora, de nuevo instalado en Waterloo, parece que el ex-president Puigdemont pone su foco político en el próximo congreso extraordinario de ‘Junts‘, a finales del próximo mes de octubre, con el objetivo de garantizarse, al menos, el poder en su organización y es que ‘cada día tiene su afán‘ y los límites de cualquier ‘imperio’ parecen ser flexibles a las necesidades del líder de turno.

¿Qué es lo que vimos el pasado día 8 de agosto en Barcelona?. Pues, básicamente, unas imágenes de Carles Puigdemont rodeado de su núcleo más próximo en ‘Junts, camino de un acto en el que compareció, ante próximos y convencidos, en el ‘Arc de Triomf’, en el paseo Lluís Companys, durante unos breves minutos, tras el cual volvió a desaparecer, mientras en el ‘Parlament‘ de Cataluña la investidura de Salvador Illa transcurría con normalidad y sin ninguna alteración.

Un príncipe nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas” (Maquiavelo)

Quizás el avispado lector de estas líneas, pueda llegar a vincular, como si vasos comunicantes fueran, la breve aparición de Puigdemont ante sus fieles, con su desaparición posterior y su no comparecencia en el Parlament‘, incumpliendo, una vez más, sus promesas; como si todo ello fuera parte de un guión acordado o, al menos, conocido.

Los matices sobre las competencias de Mossos, Policia Nacional, Ministerio del Interior, ‘Govern’ en ejercicio, y que podrían, o no podían, hacer, unos y otros, ya carecen de interés, salvo para otra cosa que no sean las hipótesis en tertulias políticas de todo tipo.

Lo cierto es que el Sr. Illa ya es elpresidenten ejercicio de laGeneralitat de Cataluña y que el Sr. Puigdemont tiene en su mano el delicado equilibrio de la mayoría parlamentaria sobre la que se sustenta la presidencia de Pedro Sánchez, al frente del gobierno de España, lo cual no parece que corra riesgo, sobre todo, mientras no le sea aplicada la amnistía al ex-president, porque dinamitar la legislatura no parece que le acerque a ello, sino más bien lo contrario.

“La sabiduría consiste en saber distinguir la naturaleza del problema y en elegir el mal menor”(Maquiavelo)

La política tiene extraños giros y ripios, y si un día el número tres en la lista deJunts pel Sípor Gerona a las elecciones autonómicas catalanas de 2015, por sopetón y siendo por entonces alcalde de esa ciudad, se convirtió enpresident’ de la ‘Generalitat‘, tras el fracaso encarnado por Artur Mas, ahora, la misma persona independentista que está en búsqueda y captura por la ‘Justicia‘ española, es quien mantiene la mayoría parlamentaria a nivel nacional a la espera de que se le aplique la ley de amnistía. Pero es que, como expresó Maquiavelo, “La sabiduría consiste en saber distinguir la naturaleza del problema y en elegir el mal menor”, por supuesto en clave de la primera persona del singular.

 

 

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