La mujer de negro, crítica teatral
07 Jul 2024
El verano ya está aquí y el asfalto de las calles de Madrid irradia una sensación de fuente de calor que multiplica la realidad climática. Y en estas fechas llega al Teatro Fígaro una obra que lleva tres décadas ininterrumpidas representándose, con éxito de público, en el West End londinense, una permanencia en la cartelera teatral de Londres solo superada por ‘La ratonera’, de Agatha Christie. Se trata de ‘La mujer de negro’.
No es la primera vez que esta pieza, que hace diez años protagonizó Emilio Gutiérrez Caba, visita Madrid, estimándose que más diez millones de espectadores han asistido a alguna de sus funciones en más de cuarenta países.
“No tengo ningún deseo de ser un ‘Laurence Olivier”
La propuesta teatral de ‘La mujer de negro’ es adaptación de la novela escrita por Susan Hill en 1983 y esta aproximación llega de las manos de Olympia Metropolitana y Elpuntdelai, con dirección de Rebeca Valls, protagonizada por Jordi Ballester y Diego Braguinsky.
En esta versión del año 2024, ‘Arthur Kips‘, primero abogado de profesión y luego notario, contacta con un conocido actor para que le ayude en la representación de una propia experiencia que siente la necesidad de compartir con su familia. Se trata de las peripecias vividas en un viaje, varias decenas de años antes, en el que se le encargó desplazarse al remoto destino de Crythin Gifford para resolver asuntos pendientes de ‘Alice Drablow‘, tras su reciente fallecimiento. La historia no ha hecho más que comenzar.
“Tiene usted el instinto de un hombre de teatro”
Las formas son góticas, más que románticas, se anuncia vivir la experiencia del miedo, pero lo que hay es un terror amable, más propio de los cuentos infantiles que acompañan las noches de invierno, especialmente alrededor de la Navidad. Los medios técnicos realizados abundan en el recurso de la oscuridad y los efectos sonoros, más que en sorpresas llegadas desde el ilusionismo, por lo demás limitadas. Es más lo que se anuncia que lo realmente llega y lo mismo sucede con el final de thriller esperado.
El espacio escénico diseñado por Luis Crespo, también responsable de los videos, cuenta con unos escuetos recursos, sabiendo apelar a la complicidad de la imaginación del público a la hora de recrear el movimiento de los pasajeros en el tren o la carreta en la que somos capaces de ver el caballo que tira de ella. Buena aportación la realizada por Pascual Peris desde el vestuario, al igual que la de Víctor Lucas desde el espacio sonoro y Carlos Alzueta en iluminación. Rebeca Valls, desde la dirección, marca el ritmo adecuado a la propuesta.
“Abrí todas las puertas y cada cuarto estaba ordenado, polvoriento y terriblemente frío y húmedo…”
El aspecto más destacado de la aproximación a esta pieza reside en la interpretación de los dos actores que se mantienen en escena durante toda la representación, con Diego Braguinsky, quien va a más en el transcurso de la trama, demostrando su camaleónica capacidad actoral recorriendo varios roles y personajes, al que da réplica Jordi Ballester, muy vigoroso en las escenas iniciales, logrando, entre ambos, algunos momentos muy conseguidos entre los que destacamos el guiño metateatral del comienzo.
La canícula es un momento apropiado para dejarse llevar por historias como ‘La mujer de negro’, en la que podrá jugar y experimentar con lo ‘dark’ y el más allá, pero sin riesgos y con sustos limitados. En el Teatro Fígaro hasta el 11 de agosto de 2024.
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