Las guerras de nuestros antepasados, crítica teatral

10 Jun 2024

En una determinada época de mi infancia quien más tiempo compartió conmigo fue mi abuelo, el único cuyos recuerdos guardo, pues el otro al que debía haber conocido murió antes de mi nacimiento. Sus historias me embelesaban; yo las oía como si cada uno de sus relatos supusieran una experiencia iniciática para mi inexperiencia. Con frecuencia me hablaba de peripecias propias vividas durante la Guerra Civil en Madrid; pero también me describía las sufridas años antes en África, alrededor de la Guerra del Rif, frente a las huestes lideradas por Abd el-Krim; y esos mismos recuerdos va desgranando el personaje de ‘Pacífico Pérez’, acertadísimo nombre dado por Delibes al protagonista de ‘Las guerras de nuestros antepasados’, al compartir sobre su experiencia familiar al psiquiatra de la prisión donde pena la condena impuesta por dos asesinatos. Ficción y realidad se dan la mano a partir de la maestría para la construcción de historias del autor vallisoletano. Palabras mayores.

“¡Todos tenemos nuestra guerra!”

Las guerras de nuestros antepasados, crítica teatral

A poco de comenzar la obra, ‘Pacífico’ afirma ante el psiquiatra que ‘Bisa’ (bisabuelo, ‘Guerras Carlistas’), ‘Abue’ (abuelo, ‘Guerras de Marruecos‘) y ‘Padre’ (Guerra Civil), me hablaban de sus guerras’. Tras lo cual enfatiza, con la mirada perdida en el infinito …’¡Todos tenemos nuestra guerra!.’

“¿Tú eres el soldado Pacífico?”

La bonhomía congénita de ‘Pacifico’ se desarrolló en un entorno en el que, desde su infancia, se le hablaba de guerras y de conflictos, pero él es un hombre pegado a la naturaleza y sensible, aún bajo formas rudas y un punto toscas, que no le impiden sentir empatía por todo lo que ocurre a su alrededor, se trate de un árbol, de un río, de un animal, abejas incluidas, o de cualquier persona.

Las guerras de nuestros antepasados, crítica teatral

“Me dijeron que yo solo tenia que esperar que llegara mi guerra”

El psiquiatra Burgueño trata de ayudarle, enfrentándole a sus recuerdos para llegar a desvelar lo que realmente ocurrió y si es culpable de lo que se le imputa, para abordar, en siete entrevistas, las claves de una vida y unos hechos que más que contradictorios, serían ‘chocantes’ en palabra del propio ‘Pacífico’, quien asume todo lo que ocurre con una franciscana aceptación sobre el propio designio.

“Quien se pone a dar, se pone a recibir…”

escenografía

Los dos personajes en escena se mueven a lo largo y ancho de un espacio sobrio y asceta, con diseño de escenografía de Mónica Boromello compuesta por unos bloques móviles, de color gris, que los propios actores, durante la representación, van alineando en diversas formaciones, creando diferentes espacios, contando con la aportación en la iluminación de Juan Gómez Cornejo que juega en la misma clave de contención en las formas. Adecuadas prestaciones de Yaiza Pinillos en el vestuario y Manu Solis en el espacio sonoro.

Nos enrollamos, nos acostamosVamos ‘putito’ gocemos el placer de los injustos. Yo estaba ‘encoñado’ por esa mujer, doctor. Otra cosa fué cuando ella me dijo que estaba embarazada…”

Eduardo Galán realiza la adaptación teatral de la novela de Delibes, remarcando la dicotomía que se expresa en el personaje de ‘Pacífico’ entre su propio carácter, sensible y bonancible, frente a las historias de las guerras entre las que creció y su resignación ante lo que la vida le depara.

Carmelo Gómez y Miguel Hermoso

“Matas un hombre en la Guerra y te ponen una medalla. Matas a un hombre en la Paz y te ponen a la sombra”

Claudio Tolcachir dirige la propuesta con acierto, presentando la adaptación realizada por Eduardo Galán de forma sobria, permitiendo el lucimiento actoral, que es el punto más destacado de la propuesta, capitulo en el que brilla, con luz propia, Carmelo Gómez (El alcalde de Zalamea), que hace una interpretación más que destacada de ‘Pacífico Pérez’, presentando al hombre rudo y noble, castellano viejo, como el propio autor, utilizando todos los recursos a su alcance, desde la expresión gestual a un cierto tono de hablar, el uso de los balbuceos o ciertos tics en sus movimientos. Estupendo desempeño. Junto a él, Miguel Hermoso (Don Juan Tenorio) le da la réplica encarnando al psiquiatra Burgueño, de forma correcta, en un papel no tan lucido como el del protagonista.

“Yo no quiero perjudicar a nadie…”

Las guerras de nuestros antepasados, crítica teatral

Otra contribución de la sobria literatura de Miguel Delibes a la escena teatral, conectando con una realidad como la de ‘Las guerras de nuestros antepasados’, a partir de personajes creados por él y también de los reales de ustedes, como de los míos. Tras ‘Cinco horas con Mario’, ‘Señora de rojo sobre fondo gris’ o ‘Los santos inocentes’, esta pieza supone una aportación que cualquier aficionado teatral debe disfrutar sobre todo en estos tiempos en los que tan necesario es recuperar espacios, y presencia, de la llamada ‘España vaciada’. Los aires castellanos que Delibes nos insufla, a su través, son más que necesarios.

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