La madre, crítica teatral

11 Abr 2024

Uno de los trabajos más logrados que hemos podido paladear de Aitana Sénchez-Gijón, como actriz de teatro, fue la ‘Medea‘ en la que fue dirigida por Andrés Lima sobre las piedras milenarias del Teatro Romano de Mérida, y aquel desempeño con ese mismo perfil como intérprete, es el que nos muestra en la recreación de ‘La madre’, dirigida en esta ocasión por Juan Carlos Fisher, quien vuelve a la escena madrileña tras la exitosa presentación de ‘Prima Facie’ la temporada pasada.

“¿Y tú’, ¿qué tal tu día?

Florian Zeller (1979), dramaturgo de éxito que ya ha sido galardonado, entre otras distinciones, con el Premio Molière, el Premio del Cine Europeo (2021) al mejor guionista y el Óscar al mejor guión adaptado (2021), fundamentalmente en relación a su obra ‘El padre‘ actualmente en exhibición en Madrid, interpretada por José María Pou (Anthony Hopkins protagonizó la propuesta cinematográfica y, hace algunos años, fue Héctor Alterio quien lo encarnó sobre el escenario), presenta, al tiempo, su pieza ‘La madre‘, que junto con un tercer trabajo titulado ‘El hijo‘ forman una trilogía en la que pone el foco en los vínculos familiares.

“¡Soy su madre! …y no me ha llamado”

La manera de aproximarse a la forma en que se presenta ‘La madre‘, pone en la diana el síndrome del nido vacío, ¿hay vida más allá de los hijos para una mujer adulta?, dotándolo de ciertos toques psicológicos que hacen que lo que se observa sobre el escenario del ‘Teatro Pavón‘ pueda no ser la realidad de los personajes, sino evocación de lo que su mente habita, ¿qué es real?, ¿qué es lo que sucede y lo que únicamente es imaginación y angustia?. Pasa la vida y pasa el afán, toca reinventarse.

“¡Deja de tratarme como si fuera imbécil!. Ya no me necesitas” …”Ahora te podrás follar a todas tus ‘putitas’, por delante y por detrás”

En ese juego de realidad irreal, o de irrealidad real, la forma del relato funciona eficazmente, salvo en la parte de la resolución, demasiado pegada a temas médicos y de salud, con pragmatismo, sin encontrar un final en la misma clave en la que se ha desarrollado toda la propuesta.

“Todo va a estar bien, envejecerá triste y sola…”

Juan Carlos Fisher vuelve a acertar en la forma en la que presenta el espectáculo, con el uso de colores blancos y neutros en la escenografía, pocos elementos de atrezzo y protagonismo absoluto a los intérpretes dotados de un vestuario con una capa cromática potente que los hace destacar. Con un equipo técnico diferente al empleado la temporada pasada en la exitosa ‘Prima Facie’, con Alessio Meloni en escenografía, Pedro Yagüe en iluminación, Elda Noriega en vestuario, Eduardo Ruiz en espacio sonoro, pero con su particular seña de identidad dando continuidad a las formas, haciendo su trabajo reconocible, especialmente en el ritmo del que se dota al desarrollo de la trama. Con el matiz de un cierto abuso de los fundidos a negro en los cambios de escena.

“¿Qué te gustaría hacer hoy?: ¡Que me dejaras tranquilo un rato!”

Juan Carlos Vellido (Bajo terapia) encarna con solvencia el rol del marido de la protagonista y asume con estoicidad la realidad de la situación, su mujer sabe que él la va abandonar, las ausencias e infidelidades ya quedan atrás; lo único que les unía es su hijo …y ya tampoco. Alex Villazán (Equus, ¿Que no…?, El curioso incidente del perro a medianoche) interpreta con tino al personaje más irreal de la trama, ¿está o lo que aparecen son sus recuerdos?, se trata del hijo, que ha pasado a ser la justificación de la existencia de su madre, pero él quiere, necesita, vivir su propia vida; por momentos se le ve incómodo en algún pasaje, pero ello no es dificultad actoral, sino acierto en su recreación. El papel correctamente interpretado por Júlia Roch (Castelvines y monteses) irrumpe en el último tercio de la obra con notable peso en la resolución de la trama, con especial mención a la escena en la que su personaje y el de ‘La madre’, aparecen luciendo un idéntico, y elegante, vestido rojo, situación que termina por escenificar el paso del tiempo, de la oportunidad y del momento, para quien ve alejarse a su hijo.

“A veces sueño que te asesino…”

Interesante esta propuesta teatral, en la que el espectador deberá discernir cuando lo que se le presenta sobre en la escena ocurre en la realidad y cuando ello solo es una proyección de lo que la protagonista vive en su mente, condicionada en su crisis personal, tanto por los efectos del ‘nido vacío’ como por la catástrofe que vive en su relación de pareja. 

El personaje de ‘La madre’ encuentra una destacada interpretación en Aitana Sánchez-Gijón (La vuelta de Nora, Troyanas, La rosa tatuada, Medea), convincente como la sufriente mujer que ha dedicado su vida a la atención y cuidado de los otros (marido, hijos, familiares…) renunciando a sus propios proyectos, hasta que, de improviso, se encuentra sola y vacía. 

“Me he comprado un vestido rojo”…¡es atrevido!. Me lo pondré en tu entierro”

En la función a la que asistimos, en los primeros días de exhibición, se generó un gran tumulto de ruido en el exterior del Teatro Pavón, no imputable a ningún responsable de esta producción, pero que sí condicionó, durante algunos minutos, la representación; lo cual debería haber llevado a plantear un paréntesis, que hubiera salvaguardado la calidad del conjunto del espectáculo para los espectadores, acreditando el oficio, y experiencia, de todo el equipo artístico.

“¿Tú crees que todos los hijos son tan desagradecidos?”

Como ya dijimos al inicio de estas líneas, Aitana Sánchez-Gijón iguala sus mejores cotas interpretativas en este trabajo, aunque seguimos convencidos, de forma personal, que su mejor trabajo actoral aún está por hacer …y lo disfrutaremos.

Este espectáculo,  “La madre”, producido por Barco Pirata, en coproducción con Rokamboleskas, permanecerá programado en el Teatro Pavón hasta el 12 de mayo de 2024.

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