Dos generaciones
13 Ago 2014
Pertenezco a una generación que empezamos en el mundo laboral muy pronto, con 14 ó 15 años. Era el momento de los aprendices, meritorios o botones. Gran parte de nuestra retribución era la formación desde el interior de las empresas.
Los ciclos económicos han querido que en el momento de la madurez, cuando superamos los 40 años de vida laboral, nos acerquemos al momento de ceder el testigo a los más jóvenes con la mayor incertidumbre de las últimas décadas y con la garantía de nuestras futuras pensiones en el alero. Más allá de la elevación de la edad de jubilación hasta los 67 años o la no admisión por parte de la Seguridad Social, desde el pasado mes de junio, de las solicitudes de jubilación anticipadas a los desempleados con 61 años que además pagan con sus ahorros un convenio especial y se les permite acogerse a la regulación sobre pensiones previa a la reforma de 2011.
Cómo generación fuimos buenos hijos, pero quizás malos padres: no tengo la sensación de que la sociedad que hemos dejado a nuestros hijos sea mejor que la que heredamos de nuestros padres, sin embargo mantengo la esperanza, especialmente por la generación que nos tiene que suceder (con seguridad la mejor formada de la historia de España). La mía vio morir a un régimen dictatorial y surgir una democracia que el paso del tiempo ha hecho corrupta. Estoy triste por ello, nuestros sueños idealizados no se han cumplido, pero hago votos para que esta próxima generación logre dar la vuelta a la situación actual para mejor. Ésa es mi esperanza y mi ilusión. Apártense todos los corruptos y quienes los han protegido; dejen que los españoles volvamos a poder soñar con un mundo mejor en este país, cumplan con sus compromisos judiciales y que el paso del tiempo les ponga donde les corresponde.
Carta publicada en EL MUNDO el 13/08/2014