Iribarne, crítica teatral
08 Nov 2023
A veces los números nos proponen y sugieren, aunque también el subconsciente de quien escudriña en ellos una solución o, al menos, una señal, tiene un peso en el resultado a obtener. Lo cierto es que Esther F. Carrodeguas buscaba, en el año 2022, una idea sobre la que construir su nueva propuesta teatral, y dos efemérides, casi redundantes, le propiciaron la respuesta, por un lado se cumplían cien años del nacimiento de Manuel Fraga (1922) y, al tiempo, coincidía el décimo aniversario de su fallecimiento (2012). Sumémosle el origen gallego de la dramaturga, además de directora teatral, y… ‘¡feito!‘, para que ‘Iribarne’ diera sus primeros pasos antes de llegar a ser el espectáculo teatral que ahora se exhibe en la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán, en coproducción del Centro Dramático Nacional, ButacaZero y Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia.
“Corría el año 1974. Franco estaba a puntito de morir y él pensaba sustituirlo…”
En cualquier caso, no es un ‘biopic’ lo que se comparte a través de la escenificación del relato de los hitos personales, y públicos, del hijo de María Iribarne Dubois, vascofrancesa de origen, y de su padre, también llamado Manuel, y a la postre alcalde de Villalba, su pueblo. Sino que el hilo conductor de sus más de sesenta años desempeñando cargos públicos, desde que en 1951 fuera designado secretario general del Instituto de Cultura Hispánica, hasta que anunció su retirada de la política activa el 2 de septiembre de 2011, sirve para hacer un relato de una extensa época de España que incluye más de dos décadas de franquismo, el final del ‘Régimen’, todo lo vivido alrededor de la ‘transición‘ política, las once legislaturas parlamentarias, desde la ‘Constituyente‘ a la X (iniciada el año en que murió Fraga Iribarne) y las cuatro mayorías absolutas bajo las que presidió la Xunta de Galicia.
“Y si queremos estar en Europa, pues lo que tenemos que hacer es lo que hacen todos para entrar, ‘Paquita’: Chapa y pintura. ¡Que ésto huele a naftalina!”
El montaje se estructura en tres partes: ‘Chapa y pintura‘, ‘Yo me transfolmo‘ y ‘El Imperio‘. En la primera se aborda la época en la que ‘Manolo’ es nombrado ministro de Información y Turismo, enfocada en buscar un maquillaje de la situación, sin que nada cambie en realidad; la segunda refleja el momento del cambio, desembocando Fraga en jefe de la oposición parlamentaria tras el sufragio obtenido en las urnas democráticas; y en la tercera se abandona la clave principal de España, para situar el foco en Galicia y en la política autonómica, hasta poner en los labios del ex-ministro franquista: “Yo desde que llegué a Galicia desarrollé un discurso cascado (en esencia) que el de la CiU de Pujol (que después será la de Artur Mas) o el PNV de Arzalluz (que ahora es de Urkullu), un discurso nacionalista de derechas, de corte federalista, que poco, o nada, tiene que ver con el discurso que vende el PP en Madrid. Yo en cuanto entré en la Xunta me hice nacionalista”.
The Times: “The change man is just coming”. Frankfurter Allgemeine: Iribarne wird Spanien verändern. Le Monde Diplomatique: Enfin quelque chose change dans le sud de la France”
La sátira y el toque irreverente atraviesan el relato que se comparte, sin que su protagonista, ‘Iribarne‘, sea el personaje peor tratado, ni mucho menos, llegando a ser depositario de una cierta complicidad y simpatía, especialmente en su fase como ‘emperador’ de Galicia. Con mayor dureza, y una crítica mucho más acerada, se representa a personajes como ‘Adolfito’ Suárez, a quien se escenifica como un muñeco articulado y dirigido por la capacidad de ‘ventrílocua’ de Carmen Díez de Rivera, reconocida musa de la transición y quizás, según este texto, algo más; un Juan Carlos I poco neutral y siempre aplicado con unos determinados intereses propios, quien, en un momento de la representación, se sincera con ‘Fraga’ diciéndole: ‘no vas a ser ‘El Presidente’, Manolo. Se queda Arias Navarro, ‘el carnicerito de Málaga‘, alias que supone mucho más que cualquier adjetivo calificativo; o el tratamiento que se da a Franco, de quien se habla como ‘Paquita‘, planteando dudas sobre su paternidad, y la maternidad de su esposa, respecto quien crió como hija, a quien ciertas informaciones vinculan, en realidad, como descendiente directa de su tío Ramón y una dama conocida, en la época, como ‘La Gaviota’. Surrelista es la referencia al premio obtenido por ‘El Caudillo’, a través de un boleto de catorce aciertos en una quiniela del año 1967, en la que participaba con su amigo, y médico, ‘Vicentón’, con la que obtuvo un millón pesetas de las de la época…‘¡Gooooooooooooooooooool! …¡Somos ricos!. ¡Somos ricos!. ¡Somos ricos!’, se afirma que se oyó exclamar en los salones y dependencias del Palacio del Pardo. La mayor crudeza respecto ‘Manolo’ incluye la época de su niñez cuando sus compañeros de colegio se referían a él como bastardo, hasta el extremo de que preguntaba: ‘¿mamá, qué es bastardo?‘, pero aquel niño se rebeló como un estudiante modelo, consiguiendo las mejoras notas posibles hasta poder afirmar: ‘Soy catedrático de Derecho Político. De Teoría del Estado. De Derecho Constitucional. Y me quieren dar clases…‘. ‘¡Mamá, voy a ser Ministro!‘. Y también, por supuesto, sus peores aportaciones históricas, con su firma en determinadas condenas, el ‘Caso Matesa‘, el episodio de Palomares, los acontecimientos de Montejurra en 1976, etc…
“De hecho parece que su hija, Carmencita, [o ‘Nenuca’ como le llamaban en casa]; no era en realidad hija biológica ni de ‘Paquita’, ni de Carmen Polo; dicen que era hija de Ramón Franco (‘Chacal’ para los amigos y hermano del ‘Generalisimo’); y ‘La Gaviota’ (de profesión: prostituta)»
Uno de los mayores aciertos de esta propuesta es la recreación coral que se hace del personaje principal a través de todo el elenco, especialmente en las dos primeras partes, que juntas se representan ante del descanso. Las aportaciones de Xurxo Cortázar, Jorge de Arcos, Mónica García (N.E.V.E.R.M.O.R.E.), Anxo Outumuro y Lidia Veiga logran que Manuel Fraga Iribarne sea representado ante nosotros con su química, más allá de la física, con sus movimientos, con sus tics, con su forma de hablar, con su gesticulación, no se intenta imitarle, pero se le recrea con total convicción. En esa fase del espectáculo Esther F. Carrodeguas se reseva un rol de ‘relatora’, de ‘corifea’ según el modelo del teatro clásico, que, sin embargo, en la fase de ‘El Imperio’, ya en Galicia, muta para ser ella quien represente al ‘emperador’, resintiéndose el relato con esa mutación.
“No hay nada más práctico que el perdón de los pecados”…”La verdad no existe. Se construye. La construimos”
Xavier Castiñeira dirige la propuesta y acierta con el ritmo elegido, especialmente en la primera mitad, que incluye las dos primeras partes. El espacio escénico diseñado por el propio Castiñeria junto a Diego Valeiras, también responsable del vestuario, prioriza la agilidad de las diferentes apariciones de los intérpretes de manera eficaz. Adecuadas aportaciones de Diego Villar en la iluminación, Pablo Fontenla en los audiovisuales y Sabela Domínguez en la coreografía.
“¿Yo fascista?. ¡Cómo voy a ser yo fascista!: Franquista-Liberal-Reformista-Aperturista-Centrista-Prudente-Tolerante… “El Hombre del Porvenir. El Hombre del Cambio. El Apóstol del Centro. El Hombre de la Transición”… “Uno más, pero el mejor”…Yo voy a reformularme las veces que haga falta”
La duración del espectáculo es, quizás, excesiva, superando las tres horas y cuarto, aunque bien es verdad que la larga carrera pública de Manuel Fraga Iribarne pudiera obligar a ello, en todo caso se nota una cierta perdida de ritmo, y fuelle, en la tercera parte de la propuesta que pone su foco en Galicia, más por la forma en la que se hace, marcando un diferente paréntesis con las dos primeras, que en lo que se comparte en ella, con el añadido de una cierta empatía regionalista que llega a presentar, a esas alturas, ya ‘Don Manuel’, en lugar de ‘Manolo’, como un convencido federalista desde un escaño en el Senado, que llegó a buscar el apoyo del PSOE para algunos de sus proyectos regionalistas en el final de su carrera política.
“Preferimos ‘Imperios’ pequeñitos, que parezcan grandes”…”Toda mi vida he dicho verdades sin condón, y pienso morirme sin ponerme uno”
Libérrima, e interesante, aproximación la que realiza Esther F. Carrodeguas a un personaje publico con un papel preponderante en el tardofranquismo, que llegó a brindar unas imágenes históricas compartidas con Fidel Castro, tanto en Cuba. como en Galicia; demostrando que lo incubado en la infancia tiene un peso toda la vida, más allá de las elecciones personales de cada cual, por larga que sea la vida.
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