La ola
12 Feb 2015
Decía Nietzsche que “el hombre es el animal más cruel”, pero ¿cómo se convierte una persona normal en un ”monstruo”?, ¿cómo identificar a un asesino entre la gente que nos cruzamos por la calle?, ¿cómo una mayoría de alemanes pudieron aupar al partido “nazzi” a ser el más votado en las elecciones democráticas de 1933?…
El Centro Dramático Nacional ha incluido en su programación de esta temporada, en el Teatro Valle-Inclán, “La Ola”, un espectáculo teatral en el que comulgan realidad y ficción, a partir del experimento del profesor de Historia, Ron Jones, que en el año 1967 decidió llevar sus enseñanzas más allá de la teoría, e hizo revivir a sus alumnos de enseñanza secundaria la experiencia de un régimen totalitario como algo real, así creó el movimiento “La Tercera Ola”, donde sus alumnos fueron sobrepasando, uno a uno, los límites humanos, derivando en una catarsis obsesiva que, sucesivamente, fue superando los propios límites del aula donde impartían sus clases, del propio instituto y de sus propios entornos personales y familiares.
Este espectáculo se estrenó en el Teatre Lliure, en 2013, en texto en catalán como L’Onada, y hace muy bien el CDN en recuperarlo y presentarlo en Madrid. La crisis que estamos viviendo en estos años, primero financiera, luego económica y finalmente social, recrea situaciones muy similares a las vividas en los años 30’s del siglo XX, de nuevo los populismos recorren Europa, y el mundo, y las soluciones fáciles son las que más eco encuentran entre los oprimidos por ella, sin distinciones sociales.
Empieza la función con un guiño a los héroes y las medallas con que son recompensados, pero ¿los héroes son los que regresan vivos o son los que dejaron su vida en la batalla?, sin duda se trata de prioridades, la prioridad de batallar, de luchar, de vencer …o la prioridad de volver, por encima de cualquier otra cosa.
La clave del argumento de esta obra no es el fascismo del caso puesto en ejemplo, la clave está en la habilidad de un “líder” capaz de embaucar, de alienar a la masa, de llegar a manipular los actos, y las mentes, de una serie de individuos, lavando la conciencia de éstos y justificando sus actos, más allá de la moralidad de los mismos, con el argumento de la “obediencia debida”, lo mismo que se oyó en los juicios de Nuremberg hace más de sesenta y ocho años, se puede oír hoy dentro de un partido político o en una gran empresa.
El trabajo de Ignacio Garcia May para dar forma al texto de este espectáculo, sobre el experimento del profesor Jones, es muy acertado y, junto, con la hábil dirección de Marc Montserrat Drukker nos proporcionan la sensación de estar asistiendo en directo a algo más que un espectáculo teatral, a modo de un “voyeur”, contemplando la vida misma.
La puesta en escena de Jon Berrondo, en dos planos, es acertada, consiguiendo recrear los espacios del instituto donde se desarrolla la trama, tanto en cuanto al aula, como en cuanto a los espacios exteriores, pasillos, zona de taquillas, etc… con una excelente movilidad de los actores que logran recrear la algarabía propia de los lugares habitados por jóvenes como los protagonistas de la trama, especialmente destacable en el cuadro inicial; a lo cual ayuda, de manera notable, la música elegida.
Las interpretaciones están muy conseguidas, resultando un trabajo coral acertado, en el que destaca Xavi Mira en el papel del profesor Jones, que sabe ir modulando su inicial perfil de “líder enrollado” hacia “líder despótico”, aunque nunca llega a resultar “tirano” que, quizás, es algo que se echa de menos, sobre todo en la primera parte de la obra, aunque quizás ello pueda ser un planteamiento de la dirección artística, más que de su trabajo como actor. De entre los chicos y chicas destacaré a Carolina Herrera, a la cual descubrí tiempo atrás dentro de los muros de “La casa de la portera” en el papel de “Sor Cicilia”, en la obra “Cerda”, esta actriz nos promete muchas alegrías para los amantes del teatro; pero también es muy loable el trabajo de sus compañeros: Javier Ballesteros como Robert, Alba Ribas cómo Sherry, David Carrillo cómo Doug, Jimmy Castro cómo Norman, Ignacio Jiménez cómo Steve y Helena Lanza cómo Aline.
El espectáculo que nos presenta el Centro Dramático Nacional es más que interesante y cumple la doble función que el teatro siempre ha tenido, por un lado entretenimiento de calidad y por otro lado generarnos reflexión y debate interno, haciéndonos pensar, removiéndonos en nuestro asiento. Muy recomendable esta propuesta de la cartelera teatral madrileña, que cualquier aficionado a las “tablas” no debería dejar pasar, sin ver.