María Luisa, crítica teatral
27 Abr 2023
El actual director artístico del Teatro de la Abadía, Juan Mayorga, además de Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2022 y miembro titular del sillón ‘M mayúscula’ de la Real Academia Española, presenta su nueva obra, ‘María Luisa’, en el propio espacio que dirige, primera ocasión en el que lo hace, desde que fue nombrado para la gestión del teatro en el que sucede a José Luis Gómez (1995, a marzo de 2019) y Carlos Aladro (marzo 2019 a febrero de 2022), quienes desempeñaron dicha responsabilidad anteriormente a él.
“Soy una casa llena de habitaciones vacías…”
El estreno se produce dos meses después del paso por la cartelera teatral madrileña de su texto ‘Amistad‘ (producción programada en Las Naves del Español) que no concitó excesivos halagos, pero es evidente que la obra de un dramaturgo es imposible que esté coronada, toda ella, por la excelencia. Por lo tanto el interés ante el nuevo trabajo creativo de Mayorga situó la expectativa en niveles máximos.
En el programa de mano, el propio autor y director, explica que el origen de la trama estuvo en una conversación en una grada de una cancha de baloncesto en la que con otro padre de una compañera del equipo donde juega su hija, éste le dijo que acababa de dar un consejo a una señora mayor (sin concretar la franja temporal que ese calificativo le merecía) que vivía sola en el edificio en el que él trabajaba como portero, aconsejándola poner algunos nombres en su buzón, para que los ‘cacos’ no supiesen que vivía sola.
“Parece que siempre es todo igual, pero cada día es distinto”
De la anécdota anterior, Mayorga, construye una trama en la que flirtean, constantemente, realidad y ficción, quizás buscando abundar en la fórmula exitosa de ‘El chico de la última fila‘, aunque en esta ocasión el resultado final no llegue a ser tan redondo.
Los problemas sobre los que se pretende poner foco en esta comedia son la soledad y la vejez, enfrentados a la imaginación como herramienta para combatirlos, aunque construyendo un mundo irreal en el que se sume la protagonista, que no llega a abrir la puerta de la realidad que se hace presente a través del personaje del portero del edificio en el que vive ‘María Luisa’.
“¡Desdichado quién no sea sueño de alguien!”
Así, la protagonista de la fabulación construida por Juan Mayorga, responde rápido y al pie, en símil futbolístico, cuando le cuestionan por los nombres que desea aparezcan en su buzón, no será un García, ni un Martínez, ni siquiera un González, sino un Beckenbauer de nombre propio Benito y un Azzopardi, que en este caso su nombre propio será Emerson, que en el tiempo que tarda en subir los 42 peldaños de escalera que hay hasta su casa pasarán de su propia imaginación a esperarla al abrir la puerta. A pesar de la inspiración futbolística de los apellidos empleados, quien comparte patronímico con el célebre ‘defensa libre’ del Bayern Munich y de la selección alemana, aquí será un general aparentemente seguro de lo que hace y, especialmente, de lo que dice hacer, adecuadamente interpretado por Juan Codina (El hombre almohada, Luces de Bohemia, El público); mientras quien lo comparte con el futbolista maltés, también ha nacido Malta, aunque en este caso sea un poeta siempre con las palabras exactas en su boca para el momento determinado, muy bien representado, y de forma muy divertida, por Juan Paños (La cabeza del dragón). Hasta que la imaginación de ‘María Luisa’ crea un tercer nombre, un señor correcto, de los de toda la vida, aunque ya casi no queden, al que Juan Vinuesa (Shock 2 [La tormenta y la guerra], Alfonso el Africano, Ronejo, Shock [el condor y el puma]) recrea con gran credibilidad el personaje que responderá al nombre de Juan Olmedo, también con referencia futbolera, en este caso con vínculo en el Rayo Vallecano.
“Me recuerdas a un novio que no tuve”
Realidad y ficción, fábula mediante, se entremezclan de forma permanente sobre el escenario, en varios planos de una misma realidad irreal, y el espectador deberá ir discurriendo que es una cosa u otra, presentándose, como en la más gran obra literaria española, el contraste entre ensoñación y pragmatismo, en este caso Don Quijote será la protagonista, mientras que el rol de Sancho es eficazmente interpretado por Marisol Rolandi en la piel de ‘Angelines’ la amiga de toda la vida de ‘María Luisa’.
Paco Ochoa (El proceso, Esta noche se improvisa la comedia, Shock 2 [La tormenta y la guerra], Shock [el condor y el puma]) interpreta al portero, servicial y socarrón, aunque el papel más lúcido de la propuesta es el que defiende con solvencia Lola Casamayor, como ‘María Luisa’, más allá de que en las primeras funciones hubiera algunos desajustes con el texto.
“A mi es que me ha fallado la época”
El planteamiento de Mayorga se abre paso con interés, sin embargo a la mitad de su desarrollo el ritmo decae, precipitándose todo hacia la escena final, donde definitivamente cohabitarán realidad y ficción a la vez, personajes de carne y hueso e imaginados, donde el color aflorará y se superara la gama cromática neutra que se mantiene durante toda la representación en la escenografía diseñada por Alessio Meloni, con las adecuadas prestaciones de Juan Gómez Cornejo en la iluminación, Vanessa Actif en vestuario, Yaiza Varona en sonido y Xus de la Cruz en movimiento.
“Soy virgen, general …¡virgen en general!”
Mayorga acierta en el germen de la historia que quiere compartir, en el que el personaje de una mujer, que vive en soledad, cuando parece tener más bagaje a sus espaldas que hacia delante, quiere escapar de la realidad, quizás como decía un personaje de la película de ‘Mejor…imposible‘ cuando en una cita de noche con Helen Hunt, durante el fin de semana, tras encontrarse una flema de su hijo, al intentar besarla en el cuello, termina poniendo fin a la cita con la expresión ‘demasiada realidad para un viernes noche‘. Sin embargo el desarrollo pierde brillo e interés, precipitándose de más a menos. ‘María Luisa’ quiere, y necesita, variadas cosas, sin embargo solo llega a expresar su apetencia por ir a bailar. Seguimos esperando al mejor Mayorga, ese que tantas veces hemos disfrutado.