Decadencia, crítica teatral
20 Feb 2023
El individualismo, el egoismo (sin olvidarnos del egocentrismo, la egopatía y la egolatría), el radicalismo máximo, la negación del otro, la falta de empatía, etc… son rasgos que han ido calando en nuestras sociedades occidentales contemporáneas y quizás no ha sido baladí en ello el triunfo de las ideas henchidas al rebufo del (mal) llamado neoliberalismo que se impuso a partir de los liderazgos de Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en USA, a los que no les han faltado entusiastas seguidores.
A partir de aquel fenómeno que convirtió en ídolo a la denominada ‘dama de hierro’, el mundo tal como lo conocíamos, cambió y ese clima es el que sirvió a Steven Berkoff para crear su obra ‘Decadencia‘ que ha sido programada en el Teatro de la Abadía, de Madrid, tras una intensa gira por toda España.
“Las cosas que parecen difíciles con ropa, son fáciles desnudos”
Dos ociosos ricachones, él, ‘Steve’, debe su fortuna a su mujer, pero ello no le impide explorar la posibilidad que presenta ‘Helen’ una excéntrica rica de nuevo cuño, coetánea de alguna burguesa comprensiva, por ejemplo, de la necesidad que un heredero real tuviera del más plebeyo de los instintos; mientras ‘Sybil’, la esposa del primero, contrata a un detective privado, ‘Les’, quien terminará frecuentando su cama y cuantos espacios de intimidad sean necesarios…¡todo sea por recuperar su honor herido!.
Steven Berkoff, actor, dramaturgo y director británico, estrenó en 1981 su obra teatral ‘Decadencia’, cuando Thatcher cumplía su segundo año de mandato como ‘Premier’ del RU y el foco de su argumento está puesto en la falta de valores, la banalidad y la hipocresía, trufados de racismo y desprecio por el otro, de las clases pudientes británicas de la época, algo que, a pesar del tiempo transcurrido, pervive más allá de aquella época y de las nuevas fronteras creadas por el Brexit, en el Reino Unido y en todo el mundo.
“¡Seré un cruce perfecto entre puta y gran dama!”
La incomodidad y crudeza en la que se mueve la obra, el cinismo más que ironia, utilizando expresas palabras de una sexualidad instrumental, alejada de cualquier sentimiento de amor o bonhomia –¡que pereza parecen deslizar los protagonistas sobre cualquier sentimiento más allá de la expresa necesidad que sienten en cada momento!– afirman la propuesta en un registro ácido y mordaz, que pudiera incomodar a algún espectador, mientras que otros parecen disfrutar en su ‘verdadera salsa’ de un sentido del humor surrealista y un punto exagerado, que nos recuerda al mejor Javier Gurruchaga quien, justamente por aquellos primeros años ochenta del siglo XX, triunfaba con sus excesos, hilo que es eficazmente utilizado por Sebastià Brosa y Silvia de Marta en el diseño de escenografía, recreando un ambiente de cabaret en el que el punto de mayor acierto es un gran espejo donde todos los espectadores pueden verse reflejados, en hábil mensaje sobre que nada, ni nadie, es ausente de la trama que se presenta. Adecuadas prestaciones de Juan José Llorens en iluminación, Irene Maquieria en espacio sonoro, Antonio Belart en el vestuario y Aixa Guerra en coreografía.
“No hay nada más triste que follar a un pobre”
Maru Valdivielso y Pedro Casablanc se desdoblan en la interpretación de las dos parejas protagonistas con eficacia, brindándonos Casablanc otro de sus trabajos actorales de precisión, del que Torquemada fue su anterior aportación.
El propio Casablanc dirige la propuesta, y quizás la visión de otra persona desde esa responsabilidad le hubiera aportado más espacio a su propia creación interpretativa, que por lo demás es más que notable.
“Para cazar leones hay que ponerles trampas”.
“No eres más que otro más”
Han pasado 42 años desde el estreno de ‘Decadencia‘ pero busquen en sus más inmediatos recuerdos y encontrarán personajes que encajan al dedillo con los cuatro que en esta sátira, inspirados, a partes iguales, por sus instintos y el aburrimiento, sirven de espejo atemporal de la decadencia. Más que interesante propuesta.