El Disfraz, Las Cartas y La Suerte, crítica teatral
en Teatro
06 May 2022
¡Bingo!… el premio fue cantado en la Sala Tirso de Molina, del Teatro de la Comedia y no me refiero solo al juego de azar del que los espectadores de esta propuesta pueden participar en la festiva acogida que los interpretes deparan al sorprendido público tras acomodarse, sino al acierto que la Compañía Nacional de Teatro Clásico tiene al abordar una producción como ésta, dando difusión a obras poco conocidas, escritas por tres mujeres españolas en el siglo XIX e interpretadas por un elenco compuesto, mayoritariamente, por la excelente cantera actoral de esta compañía cuyo desempeño ya hemos alabado en ocasiones anteriores (El desdén con el desdén, La señora y la criada, En otro reino extraño).
«¿Crees en la vida después del amor?»
El espectáculo incluye tres piezas que se presentan sobre la escena, que se suceden entre sí, compartiendo algunos pequeños elementos de atrezzo y decorado (una silla, balas de paja, aperos de labor agrícola y ganadera, etc…) así como la presencia permanente de un mismo músico, José Pablo Polo, que no solo interpretará distintas melodías, sino que recreará los sonidos necesarios para el desarrollo de las tres tramas.
Los responsables de la festiva acogida inicial al público, serán los interpretes y personajes que protagonicen “El Disfraz”, con dramaturgia de la semidesconocida Joaquina Vera, jienense de nacimiento y también actriz en su época, con una creativa dirección de Iñigo Rodriguez-Claro que más allá del juego de equívocos en el que se basa el texto, sabe exprimirlo, haciendo de la música, rabiosamente contemporánea, el color y el buen humor las columnas centrales del mismo. Contando com la complicidad de un entregado elenco compuesto por Mariano Estudillo, Alba Enríquez, José Juan Rodríguez, Andrea Soto Moncloa y Daniel Teba.
«Si yo pudiera ser perra …¡por favor, dejadme serlo!»
Con el equipo de “El disfraz” aún en escena, recogiendo merecidos aplausos por su prestación y resultado, aparece Silvia Nieva quien ya forma parte de “Las Cartas” que nos explica, y adentra, en lo que vamos a ver a continuación donde una mujer, no una actriz, nos compartirá su propia historia, marcada por los diferentes significados de la palabra “carta”, desde luego como soporte de un mensaje que requiere el conocimiento de una técnica (leer) para ser comprendida, pero también como pieza de diferentes juegos de azar e, incluso, como elemento principal del concepto de “echar las cartas” interpretando los actos ocultos e, incluso, los venideros. “Madrona” es llamada a escena y aparece ante nosotros, interpretada por una estupenda Mamen Camacho, que realiza una gran recreación del tipo de mujer media en una época en la que la dependencia absoluta del marido era norma. Un relato emocionado y descarnado, aún trufado de guiños irónicos no exentos de humor, en el que afloran engaños y adulterio, pero también ignorancia y, a pesar de todo, amor. Excelente desempeño de Mamen Camacho. La dramaturgia de esta pieza es firmada por Víctor Català, seudónimo con el que firmaba sus obras la escritora catalana Caterina Albert. Marta Prado dirige esta pieza.
«Yo misma sin las cartas hubiera permanecido perdida»
La tercera autora a la que se incluye en este montaje sobre visiones de mujeres del siglo XIX en España, es Emilia Pardo Bazán, de quien el año pasado se conmemoró el centenario de su muerte y su espíritu aparece de forma inmediata en escena, los sonidos nos transportan a su Galicia natal, igual que la iluminación, así como la excelente recreación que hace Alba Recondo del personaje de “Ña Bárbara”, acertadamente vestida en negros ropajes como los que pudo utilizar en su día Doña Emilia. “La Suerte” es el título de esta pieza pero el mensaje que nos llega a través de ella es como si todo lo que sucede en la vida de cualquier ser humano estuviera escrito de antemano, hasta oírse sobre la escena “El hombre nace con su estrella escrita”. “Ña Bárbara” ha dedicado su vida a buscar oro en los fríos ríos gallegos, entre la humedad y las brumas, hasta convertir el áureo metal en la esencia de su vida: “El oro que yo junté, persona viva no ha de ponerle la mano encima”; pero cerca del final de sus días decide que el huérfano que ha criado como un hijo, “Payo”, personaje interpretado por José Carlos Cuevas, sea el destinatario de la recompensa a su vida de trabajo, pero, de nuevo, la suerte, dictará sentencia más allá de su generosidad. Historia densa, revestida de un cierto pesimismo, pero que es excelentemente aprovechada por Alba Recondo, en un papel nada fácil, para dar otra prueba de su capacidad interpretativa. Julia Barceló dirige esta pieza.
“El hombre nace con su estrella escrita”
El equipo técnico compuesto por Elisa Sanz, en escenografía y vestuario, Pedro Yagüe en iluminación y Javier L. Patiño en la videoescena, participan en las tres piezas con un desempeño adecuado.
Más que interesante espectáculo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, presentando las visiones femeninas de tres mujeres en la España del siglo XIX, donde destaca el nivel interpretativo de los elencos de las tres piezas que nos vuelven a demostrar que el futuro del teatro español está garantizado siempre que se les siga dando proyectos y visibilidad.