El complejo de Jonás en el siglo XXI
17 Feb 2022
Salvador pronto intuyó que aquel joven despistado que llegó a su grupo de trabajo tenía algo diferente,rápidamente empezó a utilizar, con él, la delegación como mejor herramienta, y estrategia, para medir su saber hacer, su responsabilidad, su compromiso y su capacidad de aprendizaje.
Ernesto llegó a aquel departamento para completar su “training” en diversas áreas de la compañía, tras haber pasado por varios departamentos corporativos, era el momento de contrastar sus posibilidades en el área comercial y Salvador, con su peculiar forma de liderar y dirigir, coronada siempre por el éxito en sus resultados, suponía la prueba definitiva.
Salvador pronto intuyó que aquel joven despistado que llegó a su grupo de trabajo tenía algo diferente.
Cuando a Salvador le hablaron de la nueva incorporación que iba a recibir para su grupo de colaboradores, algo dentro de sí le puso en alerta, su experiencia le decía que nada era gratis, ni nada es lo que aparenta en principio, así que decidió estar atento a los acontecimientos.
En pocas semanas, Salvador superó sus reparos, y fue sintiéndose satisfecho de los avances de Ernesto, le ayudó a completar su proceso formativo y fue depositando su confianza en aquel joven. Al cabo de los seis meses previstos para su paso por aquel grupo de trabajo, Salvador le propuso a Ernesto ser su persona de confianza, su número 2, su más cercano colaborador.
«Yo no soy lo que me sucedió. Yo soy lo que elegí ser» (Carl G. Jung)
Para Ernesto el reto que le planteaba suponía una oportunidad, pero también quebrar el plan previsto para su desarrollo, quizás más lento, pero más previsible y seguro. Además esa iniciativa también debía ser autorizada por Dirección de Personas, así como por Formación y Desarrollo. Pero en pocas semanas la decisión estuvo tomada y Ernesto pasó a ser subdirector del departamento dirigido por Salvador.
El equipo formado entre Salvador y Ernesto funcionó por encima de las expectativas del entorno, incluso de los propios cálculos de aquel. A los pocos años y con la opinión favorable del primero, Ernesto fue promocionado como sustituto de Salvador, pero sin conseguir que su desempeño como responsable máximo estuviera al nivel que sí demostró cuando trabajaba como colaborador de quien fue su mentor.
El miedo no es un buen motivador.
Con el paso del tiempo su confianza se fue resintiendo y su carrera profesional sufrió algunos retrocesos, hasta el extremo de llegar a requerir los servicios de profesionales de la psicología aplicada y el coaching.
A Ernesto le fue diagnosticado una dificultad para salir de su propia zona de confort, lo que se conoce como el “Complejo de Jonás”.
«Un músico debe hacer música, un artista debe pintar, un poeta debe escribir. Lo que un hombre puede ser, debe serlo» (Abraham Maslow)
En el antiguo testamento se recoge que Jehová encargó a Jonás, su profeta, predicar a los ninivitas; pero la tarea superó al propio Jonás, creyéndose débil y no considerándose capaz de llevarla a efecto, por lo cual, huyó, embarcándose, en el puerto de Jope, antigua ciudad cananea sobre la costa de Palestina, en una nave con destino a Tarsis (localidad posiblemente ubicada cerca de lo que hoy conocemos como Huelva). En esa travesía se precipitó una gran tempestad que hizo zozobrar el bajel, lo cual hizo que Jonás se autodeclarase culpable de su causa, al no cumplir con los deseos de Jehová, ofreciendo su propia inmolación por ello, siendo arrojado por los marineros al mar, donde fue tragado por una gran ballena. Jonás sintió el arrepentimiento e imploró el perdón a Jehová, quien atendió las plegarias de Jonás, haciendo que el cetáceo le vomitará, permitiéndole, finalmente, cumplir con la misión encomendada de predicar a los ninivitas.
En base a la leyenda anterior se da el nombre de “Complejo de Jonás” al miedo y la falta de confianza que sienten algunos sujetos en alcanzar el éxito, lograr su superación personal o, al menos, la dificultad en cumplir con las expectativas sobre su desempeño.
«La motivación es el impulso que tiene el ser humano de satisfacer sus necesidades» (Abraham Maslow)
La dificultad por salir de la propia zona de confort, en muchas ocasiones, es lo que nos limita, y a veces impide, seguir creciendo, lo cual puede provocar procesos de ansiedad, aceptando lo menos bueno de lo que sí es posible, para conformarnos con el terreno conocido y seguir anclados, sin evolucionar, renunciando a objetivos o metas que son alcanzables con un determinado esfuerzo.
Desde la psicología aplicada y el coaching se puede ayudar a desbloquear situaciones de personas afectadas por situaciones similares a las explicadas sobre el “Complejo de Jonás”, a través de preguntas abiertas que permitan expresarse al ‘coachée’ sobre su propia situación, donde el ‘coach’ aportará otra herramienta imprescindible, como es la escucha, que acompañada de los oportunos ‘feedbacks‘, incentivará al protagonista a abrir un proceso de reflexión que le conecte con sus deseos y emociones, permitiéndole alcanzar el lugar y los estadios en los que realmente quiere estar.
Se trata de permitirse ser quien realmente se es.
Salvador ayudó, formó y promocionó a Ernesto, pero quizás también debería haber identificado esa cierta falta de seguridad que su más cercano colaborador incubaba, escenificada en la realidad de que no es lo mismo tomar decisiones como ‘número uno’, que ser ‘número dos‘, aún actuando como si la última decisión fuera suya, pero contando siempre con el recurso de una puerta a la que llamar o un hombro en el que apoyarse.
Ernesto no es lo única persona que sufrió el “Complejo de Jonás” y la buena noticia es que es posible superarlo, primero con la toma de consciencia sobre lo que sucede luego con la ayuda de especialista adecuado y, finalmente, con la propia decisión del protagonista en superar sus propias limitaciones, incluso para cosas tan paradójicas como permitirse ser quien realmente se es.