20 años después del 11-S los talibanes recuperan el gobierno y el control de Afganistán
en Opinión
23 Ago 2021
El 11 de septiembre de 2001 el mundo se conmocionó ante los efectos coordinados de varios ataques terroristas, de una intensidad desconocida hasta entonces, haciendo estrellar dos aviones sobre las Torres Gemelas del World Trade Center de New York (el vuelo 11 de American Airlines contra la Torre Norte y el vuelo 175 de United Airlines contra la Torre Sur) a consecuencia de lo cual se derrumbaron ambos simbólicos edificios. Paralelamente un tercer avión secuestrado (el vuelo 77 de American Airlines) fué dirigido hasta impactar contra la fachada oeste del edificio del Pentágono, en Virginia, sede la “Inteligencia” militar de los USA, con un cuarto (el vuelo 93 de United Airlines) fijado su objetivo en el Capitolio, en Washington D.C., sin conseguir llegar a él, estrellándose cerca de Shanksville, en Pensilvania. El balance de víctimas humanas fue de 2.996 fallecidos y más de 25.000 heridos. El mundo cambió para siempre.
El 11-S del año 2001, el mundo cambió para siempre.
Pocas semanas más tarde, el 7 de octubre, George W. Bush, presidente de los EE.UU. por entonces, inicio una campaña militar orientada a eliminar a Al Qaeda, organización que reivindicó la responsabilidad de esos atentados, así como a su líder, Osama Bin Laden, dentro de la cual se fijaron acciones militares como fue desalojar el movimiento talibán que ocupaba el poder en Afganistán, protegiendo en su seno a la organización terrorista; para liderar el comienzo de una transición hacia un régimen democrático en aquel país. Se inició entonces un periodo de conflicto bélico que se ha prolongado durante veinte años, para volver, en este año 2021, al punto de salida.
Cuarenta y cinco años después de la dolorosa derrota sufrida en Vietnam por Estados Unidos, con grandes perdidas en vidas humanas, estimadas en 58.159 entre sus nacionales, y casi 2.000 desaparecidos, elevados costes materiales y presupuestarios, además de una depresión general para el sentimiento social americano y su propia autoestima; se reproduce un nuevo fracaso militar en Afganistán, en el que ya es, precisamente superando al de Vietnam, el mas prolongado de la historia, todo ello después de haber destinado 145.000 millones de $ USA en la reconstrucción afgana, además de haber gastado otros 837.000 millones en costes directos de operaciones militares en la que han perdido la vida 2.443 soldados estadounidenses y 1.144 de otros países aliados.
Se calcula que la ocupación de Afganistán por las fuerzas de la coalición internacional ha tenido un costo económico superior a los 2 billones de $ USA.
Poco más de un mes después de que Joe Biden, el 8 de julio, anunciase el repliegue de los tropas norteamericanas, los talibanes han recuperado el poder y la derrota de la colación internacional es incuestionable, igual que antes lo fué sovietica en el conflicto mantenido durante catorce años (1978/1992). Pero la misma responsabilidad que Biden, al menos, acumulan sus antecesores George W. Bush, Barak Obama y Donald Trump.
Los únicos beneficiados de los miles de víctimas y del derroche de fondos públicos empleados son “Los señores de la guerra”, esos cuyos intereses están en derribar un país a golpe de misiles y bombardeos de aviación, para luego reconstruirlo a base de empresas de su propio interés.
«La probabilidad de que los talibanes arrasen con todo y tomen todo el país es altamente improbable” (Joe Biden, el 8 de julio de 2021)
Dice un viejo proverbio chino: “regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida” y esa frase expresa lo insustancial de las estructuras de poder desarrolladas en Afganistán, en estos años de tutela de los USA y las fuerzas internacionales, donde los elegidos para los cargos de gobierno eran poco más que unos cónsules débiles plegados a las indicaciones de quienes facilitaron su nombramiento, que se revelaron incapaces de defender, ante el avance talibán, su país, su Estado y sus instituciones. Ni se les enseñó a pescar, ni tenían los rasgos de liderazgo y capacidad necesarios.
La realidad es que en poco más de veinte días se cumplirán veinte años de los atentados del 11-S y, con ello, del inicio de la invasión de la coalición internacional sobre Afganistán, como parte de la lucha contra el terrorismo, con el foco puesto Al Qaeda, hoy ya no vive Osama Bin Laden, pero es evidente que sí muchos dispuestos a ocupar su rol, y la recuperación del poder por parte de los talibanes es una metáfora que une los tiempos pasados con los de un futuro incierto que, desde Occidente, no hemos sabido crear, ni siquiera para nuestra seguridad.