Trigo sucio, crítica teatral
15 May 2021
Hace cinco años, en la temporada teatral 2015/2016, Jose Sacristán representó con gran éxito la obra “Muñeca de porcelana” escrita por el afamado dramaturgo David Mamet, interesando desde el primer minuto de la trama y sorprendiendo con su desenlace, algo no tan habitual y que siempre desearíamos. Aquella propuesta fue dirigida por Juan Carlos Rubio, con adaptación de Bernabé Rico y escenografía de Curt Allen Wilmer.
En esta temporada 2020/2021 se acaba de estrenar en el Teatro Reina Victoria, de Madrid, coproducida por Pentación entre varios, otro producto de la factoría Mamet, con el mismo equipo en dirección, adaptación y escenografía, en esta ocasión en formato de comedia, más allá del drama que encierra en su planteamiento, titulado aquí como “Trigo sucio”, aunque su denominación original, con la cual fue presentada en Londres, en el Garrick Theatre, protagonizada por John Malkovich, es Bitter Wheat (Trigo amargo).
“Fein Films: Historias que conmueven”
Desde el mismo inicio del espectáculo se nos viene a la cabeza la historia real de Harvey Weinstein, exmagnate del cine, propietario de Miramax y The Weinstein Company, exitosas productoras desde las que se lanzó la carrera cinematográfica, entre otros, de Quentin Tarantino, y obteniendo premios Oscar como en “El paciente inglés”. Hasta que en 2017 estalló el escándalo, y con ello la amplia difusión del movimiento #MeToo, tras la acusación de acoso sexual por parte de varias mujeres, entre ellas la actriz Ashley Judd, al, hasta entonces, poderoso ejecutivo y productor.
Weinstein fue acusado de violación, abusos, mala conducta y acto sexual, hallándosele culpable de violación y agresión sexual, siendo condenado a veintitrés años de prisión.
“Yo podría convertir este sofá en una estrella de cine, si quiero…”
Mamet, en Bitter Wheat, crea el personaje de Barney Fein, que como especialidad tiene la de canalizar dinero negro hacia las producciones cinematográficas, utilizando éstas como herramientas de blanqueo de capitales; quien desde que se hace presente en escena, en esta versión de Bernabé Rico en “Trigo sucio”, a través de la socarrona interpretación de Nancho Novo, ejerce el abuso de poder en todas las facetas que le pillan a mano, primero abusando del guionista (Fernando Ramallo) a quien, primero desprecia y luego ningunea, antes de exprimirle, sin afán de retribuirle en manera justa su trabajo; después a través de la explotación laboral a la que somete a su fiel secretaria, asistente y ayuda para todo, interpretada por Eva Isanta con moderación y paciencia; y finalmente asediando sexualmente a Irina (Candela Serrat) la actriz que llega primero halagada por la cita con el gran productor y luego aterrada ante los bajos instintos de éste.
La historia es el relato de varios abusos de poder, entre ellos, evidentemente, el sexual, como decíamos anteriormente un drama en sí mismo, pero la forma elegida para llevarlo a la escena es la de una comedia, y en ese sentido los perfiles de Nancho Novo son compatibles con el efecto buscado, consiguiendo algún tic de complicidad y simpatía con el público, más allá de sus evidentes abusos y excesos, recordándonos, en su recreación, a una especie de ‘Jesús Gil’, aún “hollywoodiense”.
“¿Te desnudas o saltamos por la ventana juntos?”
La escenografía fija, reproduce el despacho de la productora de Barney Fein, donde lo más logrado son los carteles cinematográficos de los éxitos cosechados, entre los que destacan: “El último vegano”, “Bastardos” o “El comandante francés”, en original chanza con algunos de los mayores éxitos filmográficos conocidos en el mundo real. Sobre el escenario aparecen los indicativos como si la escena fuera parte de la grabación de un programa televisivo en directo, donde se iluminan dos rótulos, en momentos puntuales, uno indicado “on air” cuando se está realizando la grabación en directo y otro que pide “aplausos” para acentuar la comicidad de ciertos momentos, aunque no siempre encuentra la respuesta homogénea del público.
Un eficaz esperpento que, como tal, nos devuelve las imágenes deformadas de lo que en la realidad ocurre, para representar las consecuencias más dramáticas de los abusos desde quien ejerce el poder, en cualquiera de sus formas, en un formato de comedia de ochenta minutos de duración, en los que el malvado obtendrá la justa recompensa a su forma de hacer.
“Vió donde nada había, creó donde nadie creía…”
Sin duda es un producto Mamet, bien planteado, bien desarrollado y adecuadamente culminado, además de correctamente puesto en escena desde el equipo encabezado por Juan Carlos Rubio, que depara un buen rato al espectador que se acerca al teatro para disfrutarlo sirviendo además de denuncia para las malas praxis de cualesquiera abusos, aún sin poder ser considerado entre los mejores trabajos del autor de obras teatrales como “Muñeca de porcelana”, “La culpa”, “Glengarry Glen Ross” etc… además de guionista de “El cartero siempre llama dos veces” o “Los intocables de Elliot Ness”, entre otras películas.