Amiga, crítica teatral
21 Nov 2019
Una luz desciende entre la oscuridad, parece la llama de una vela que tintinea, pero al acercarse a nosotros, se desdobla …siendo dos realmente; dos almas, dos presencias, dos espíritus, dos cuerpos, dos mujeres….
«Toda milésima vez tiene su primera milésima vez»
Así empieza la representación de la obra escrita por Irina Kouberskaya, dirigida por ella misma en el Teatro Tribueñe, en la que recrea la relación vivida, a lo largo de tres años, entre Marina Tsvetáyeva, escritora rusa reconocida como prosista y poeta, y Sofía Parnok, critica de arte y periodista, además de también poeta.
Se conocieron al inicio de la I Guerra Mundial (1914) y vivieron tres años de intensa relación fundidas en una misma pasión, en una única causa y en una voluntad común, en la que la una era la otra y a la inversa, hasta que, en 1916, pusieron fin a la misma, como otras tantas almas decidieron en situaciones similares a lo largo de la humanidad, fuera entre dos mujeres, entre dos hombres o entre una mujer y un hombre, aunque en el caso de Marina y Sofía, su romance, dejó una intensa huella en la obra poética de ambas.
«Ya no lo quiero amar, ni con amor, ni con odio»
Kouberskaya compone un texto desde el que construye un espectáculo intimista con fuerte carga emocional, sentimental y, también, sensual, todo ello enmarcado por las rígidas convenciones de la Rusia de aquellos años, anterior a la «Revolución«, de los cuales la expresión del trato de usted, que ambas se dispensaban, es buena prueba; lo cual se sabe representar de forma adecuada, a través de una minimalista escenografía de la propia autora y directora, que únicamente utiliza en escena unos paneles verticales que actúan como espejos, proyectando imágenes y creando reales irrealidades; junto con un vestuario, todo él en tonos crudos, de los que también se revisten los elementos de “atrezzo”, como los maletines que utilizan en sus viajes las protagonistas. La iluminación de Eduardo Pérez de Carrera y Miguel Pérez-Múñoz se crea a partir de matizar la oscuridad, jugando con sutileza a través de la intensidad de los focos, a partir de la premisa de que menos es más, sabiéndole sacar partido a los colores claros dominantes en el vestuario y los pequeños complementos de escenografía.
«Yo fui su poeta …y usted es mi poema»
Rocio Osuna (Marina) y Catarina de Azcárate (Sofía) demuestran su empatía sobre la escena, asumiendo la primera un rol más expresivo, directo y rotundo; adoptando la segunda unos perfiles más matizados que, sin embargo, resultan muy evocadores por sugerentes, convirtiéndose en protagonistas de la mayor carga de sensualidad a lo largo del viaje emocional que se recorre, donde la pasión es un elemento imprescindible, que queda más reforzada y evidente a través de la contención de la que se la rodea.
Nueva pieza para el teatro de repertorio que desarrolla Tribueñe, construida sobre palabras que quieren decir mucho más de lo que expresan en su forma lingüística, pero que hábilmente subrayadas y matizadas por miradas, primero distraídas y luego pasionales, entre mantillas, abanicos y estolas de piel, dan paso a dos cuerpos que comparten una cama hábilmente recreada con solo un recuadro de luz y las espalderas de dos sillas, en evocación de la fusión total de los espíritus de las poetisas Marina Tsvetáyeva y Sofía Parnok, hace más de cien años, en un espacio temporal determinado dentro de cada una de sus diferentes vidas, a partir de sus mentes y de su libertad.