La sombra de Lear, crítica teatral
16 Jun 2019
El público aún terminando de acomodarse en sus butacas en la Sala Cuarta Pared con todas las luces encendidas, mientras el actor, en ropa interior, aparece semiatado con una soga que le inmoviliza brazos y piernas, sentado en una silla de ruedas: no puede moverse. Con su mirada busca la interpelación con los espectadores, animándoles a que terminen de atender sus teléfonos móviles, y que si quieren hablar, o ir el baño, pueden hacerlo, ahora o luego, ya que no hay riesgo de que él se desconcentre, porque realmente nunca se concentra, aunque confiesa que se siente atormentado …¡y que esa es la única utilidad que tiene la soga que está enroscada sobre cuerpo!, la de trasladar la sensación de ese tormento que siente en los momentos previos al hecho teatral que va a protagonizar a continuación.
“¡Te has hecho viejo antes que sensato!”
Así nos recibe Juan Berzal para dar comienzo al espectáculo “La sombra de Lear”, hasta terminar por liberarse de la cuerda, empujándola hasta un rincón del escenario: “¡véis, no tiene otra utilidad!”, para a continuación vestirse con una especie de bata de color negro, porque, dice, se siente cómodo con ella, ya que interpretará a hombres y mujeres, y como tal le viene bien esa sensación de falda.
Berzal continúa con su dialogo con el público, diciendo que él no representará la tragedia del Rey Lear, esperando no defraudar a nadie, sino que la contará y explicará, pero esa advertencia no es más que el punto final del prólogo, a partir de ahí, irá avanzando poco a poco en la trama haciendo presentes en la escena los diez personajes principales descritos por Shakeaspeare: Lear, Goneril, Regan, Cordelia, Albany, Cornwall, Gloucester, Edgar, Edmund y Fool, utilizando como un elemento más de su creación teatral la imaginación del púbico, la cual estimula a partir de un enmarque histórico sobre la época y el personaje de Lear, que en lo más esplendoroso de su poder como Rey, decide repartir todas sus posesiones entre sus tres hijas, en la búsqueda de tener, como certeza, el cariño de su prole en los últimos días de su vida, desencadenando con ello la gran tragedia descrita por Shakespeare.
“¡Los personajes trágicos siempre dicen la verdad!”
Con la imaginación de los espectadores puesta en marcha, Berzal utiliza pequeños elementos físicos para que el público fije en ellos a los personajes convidados sobre la escena, comenzando la recreación por las hijas de Lear, a través de un foulard de pequeños elementos brillantes, en el caso de Goneril; Regan lo es a través de un zapato blanco de alto tacón y puntera afilada; Cordelia, la más querida por su padre, lo es con un pequeño zapato de bebé; Gloucester con un cuello de piel, Albany con un guante de caza, Cornwall con una daga; Edmund con un brazo de maniquí, cuya mano le sirve perfectamente en sus alegorías sobre él; Fool con una vara donde apoyarse y Edgar es representado a través de la cabeza de un maniquí, el elemento con más carga de humanidad.
En la escenografía utilizada destaca un lujoso tapiz en su fondo, con una reja de forja, en guiño a los orígenes manchegos de la compañía “Ultramarinos de Lucas”, dotada de pequeñas ruedas para su movilidad por todo el espacio, con alguno de sus hierros retorcidos, quizás como metáfora de los pensamientos de quienes intervienen en la tragedia, que es utilizada para ubicar sobre ellos los elementos alegóricos de los distintos personajes; con dos lugares instalados fijos sobre la escena, una roca en la que se recreará el escondite de Edgar y la sima de los huesos donde el relator irá llevando los elementos alegóricos de los personajes que van muriendo en el transcurso de la trama. Con buenas aportaciones de iluminación y sonido, bajo la dirección de Jorge Padín.
“Es la maldición de estos tiempos: los locos guían a los ciegos”
Finalmente Juan Berzal, en su magnífico trabajo, no solo nos relata la trama alrededor de “El Rey Lear”, sino que la representa, jugando con su texto, interpretando al propio Shakespeare sobre las motivaciones que intenta deslizar en él, moviéndose por la escena arriba y abajo de forma incesante, en un monólogo, de dos horas de duración, en el que incluye retazos de varios de los versos originales de los personajes, con ingenio y emoción, y lo mas importante, entreteniendo, sorprendiendo y sabiendo captar la atención del público, que asiste, divertido, a un original planteamiento en el que quizás, por primera vez, más de un espectador, haya podido entender, de forma completa, la magnitud de la trama incluida en “King Lear”, y es que este espectáculo, jugando con su título, no proyecta sombra alguna sobre él, sino, al contrario, le pone luz.
“¿Quieres besar mi mano? …¡tendré que limpiarla primero, huele a muerte!”
Durante este mes de junio de 2019, “Ultramarinos de Lucas” continuará celebrando su 25º aniversario sobre los escenarios, con la programación de sus obras «La sombra de Lear», «Romeo & Juliet» y «Nada», allí donde debutaron en 1994, en la Sala Cuarta Pared; una buena oportunidad para quienes aún no las han paladeado.