Top Girls, critica teatral
17 Abr 2019
Cinco mujeres alrededor de una mesa, bien servida de comida y bebidas, un sábado por la noche. Marlene, la anfitriona, acaba de ser ascendida a directora general en la “agencia de colocación” donde trabaja, y siente que se merece la fiesta, ella vive en los años 80’s del siglo XX pero elige a sus compañeras, para esa celebración, sin constreñirse a limites físicos, con atemporalidad absoluta, solo en función de lo sugerente, para ella misma, de sus escogidas como comensales.
“No te quejes. Si quieres, puedes”
Alrededor de Marlene, como anfitriona, se sientan la intrépida explorada, viajera y naturalista victoriana Isabella Bird (siglo XIX); la ‘papisa Juana’, mujer que, según la leyenda, habría alcanzado el pontificado católico en el siglo IX; Dulle Griet, conocida como ‘la loca Meg’ en el cuadro de Pieter Brueghel ‘el viejo’, realizado en el siglo XVI, en el que se representa a esta mujer campesina, dirigiendo a un ejercito femenino con el destino de rapiñar el ‘infierno’; y Lady Nijô, concubina del emperador japonés Go-Fukakusa, que posteriormente se convirtió en monja budista (siglo XIII); mientras un personaje que empieza sirviendo la mesa, el vino y los licores, termina por convertirse en una violinista contemporánea de la homenajeada que encardina estupendamente con las invitadas, mientras tiempo después aparece en escena Griselda ‘la paciente’, protagonista del cuento diez del décimo día de “El Decamerón” de Bocaccio, también incluida por Geoffrey Chaucer en sus ‘Cuentos de Canterbury’, presentada como una alegoría del sometimiento de la mujer al hombre.
“Este cuento no ha sido contado para que las esposas imiten la mansedumbre de Griselda; sería más de lo que podrían soportar aunque quisiesen. Debe servir más bien para que todos, sea cual sea su condición, permanezcan tan constantes como Griselda en la adversidad” (Geoffrey Chaucer en ‘Los cuentos de Canterbury’)
El por qué de los argumentos de la presencia de esas mujeres, con su mezcla de realidad y ficción, y no otras, es responsabilidad única de la autora de este texto de “Top Girls”, Caryl Churchill, premiada con el premio Obie a la mejor obra teatral en 1982, quien en la primera parte compone un especie de performance surrrealista a través del intercambio de experiencias de los personajes citados, que da paso a una segunda parte, más apegada al realismo, en el que se confrontan los modelos femeninos representados por Marlene, quien eligió alejarse de su familia a fin de lograr el éxito en su vida profesional, y el mundo de los negocios, aún pagando el tributo de la separación de su propia, y única, hija; frente a su hermana Joyce apegada a su lugar de origen, a sus raíces, a sus costumbres y a la tarea de criar a la hija de su hermana, en el rol de la madre que ésta no quiso ser.
“La primera mitad de mi vida fué todo pecado …la segunda arrepentimiento”
La dirección de Juanfra Rodríguez ha optado por mantener el texto en su integridad y de ello se resiente una duración excesiva, de ciento cincuenta minutos, con un ritmo algo irregular.
Acudir al Teatro Valle-Inclán, adscrito al Centro Dramático Nacional, siempre es garantía disfrutar de los máximos recursos técnicos y escénicos, y este caso no es una excepción. La escenografía de Alicia Blas lo intenta todo (proyecciones, situaciones a distintas alturas, cambios de escena, elementos de mobiliario con diferentes usos…), tanto que resulta excesiva y pone en evidencia el limitado fondo del escenario de la Sala Francisco Nieva, lo cual obliga a que la mesa en la que se desarrolla la cena con la que comienza espectáculo esté realizada en forma de “V” con las comensales dando la espalda al público. El esfuerzo de Alicia Blas es innegable, pero el resultado es una nueva demostración de que, muchas veces, menos, es más. Mención especial para el conseguido vestuario diseñado por Guadalupe Valero, para presentar en escena a mujeres provenientes de tan diferentes entornos y épocas.
“Yo nunca tengo en cuenta los sentimientos de la gente …¡soy una vendedora!”
Compacto trabajo de interpretación del elenco, en el que todas las actrices participantes, con excepción de Manuela Paso (Marlene) desarrollan varios papeles. Destacando la participación de Macarena Sanz, especialmente como Angie, la hija de Marlene de la que hace de madre Joyce, con una prestación sobresaliente que ratifica otros trabajos donde ya la hemos paladeado, como en “Las Furias” dirigida por Miguel del Arco. Notable, y sobria, Miriam Montilla al recrear a la “papisa Juana”, así como Paula Iwasaki destacable en sus tres personajes, con tiempo para volver a demostrarnos su capacidad como cantante e instrumentista. Huichi Chiu, Camila Viyuela y Rosa Savoini completan un buen trabajo actoral, con Manuela Paso ligeramente desubicada en su papel, especialmente en la primera parte del espectáculo.
“…y ellas se convirtieron en un hombre”
Se suele decir que nada queda más obsoleto que lo que pretendió ser muy moderno, y algo de eso pasa con el texto escrito por Caryl Churchill en 1982, una época muy reciente, pero con bastantes de sus argumentos algo anticuados, en todo caso sí es oportuna esta revisión de los preceptos feministas de los años 70’s y 80’s del siglo XX, incluida la referencia al fenómeno representado por Margaret Thatcher, y la frase que hizo furor alrededor su impacto e imagen: “si quieres puedes”, a cuyo rebufo, quizás y como se dice en la parte final del texto “…ellas se convirtieron en un hombre”, aún llevando tacones. Espectáculo interesante.