Mediocre casta política
06 Mar 2019
A la espera de las nuevas jornadas que han de venir en el juicio del caso sobre el “1-O”, y por supuesto de las sentencias que el Tribunal Supremo considere adecuadas como consecuencia de la pruebas periciales, los testimonios y los argumentos de la fiscalía, acusaciones popular y particular, así como las defensa de todos los acusados, las primeras sesiones de esta causa, televisada en directo, aunque con desproporcionalidad según la comunidad autónoma en la que se resida; las comparecencias de los políticos en sede judicial, han puesto de manifiesto un más que mejorable “poso personal” en quienes fueron elegidos para representar a sus conciudadanos o, simplemente, fueron “digitalmente” señalados para desempeñar cargos públicos, mostrando que ello nada tiene que ver con una meritocracia real.
Por la silla de testigos de este caso han pasado representantes de Partido Popular (PP), PDECat, ERC, PNV, Podemos y sus confluencias, la CUP, etc… y la realidad es que el compartimento general se alejó bastante de un liderazgo social, ni siquiera del comportamiento esperado para la relevancia, supuesta, de las personas cuyo testimonio se requería.
“¿Quién o quienes ordenaron la forma de actuación de los fuerzas de Seguridad en Cataluña el “1-0”?: “serían los mandos policiales del operativo”.
Quizás, de lo visto hasta ahora, nada ha llamado más la atención que los nervios y la sumisa actitud de los ex-ministros Montoro y Zoido, tanto el responsable de Hacienda y Administraciones Públicas, como el del Interior, que, ahora alejados de la púrpura del poder y llenos del balbuceos, mostraron una falta de cuajo que casa muy mal con, por ejemplo, el sarcasmo parlamentario por el que que era conocido el actual diputado por Sevilla del PP y miembro del consejo de ministros tanto con Aznar, como con Rajoy. Aunque sin duda el record absoluto de perplejidad lo ha batido el ex-alcalde de Sevilla, al responder a las preguntas del tribunal, sobre los hechos acaecidos en relación a la jornada del 1-O, únicamente en ámbitos relativos a la actuación de las fuerzas de seguridad del Estado, con la frase “no lo sé”, repetida hasta en trece ocasiones.
Pero el ministro del Interior en vigencia el 1-O de 2017 no fue el único inconcreto en relación a las órdenes dadas para la actuación policial, tanto en su inicio, como en su cese; tampoco la ex-vicepresidenta del Gobierno, con mando en plaza máximo en Cataluña en esos días, fue capaz de asumir la decisión de lo hecho, como tampoco Mariano Rajoy: “serían las mandos policiales del operativo”.
“No lo sé” (frase repetida hasta 13 veces, por Juan Ignacio Zoido, ex-ministro del Interior sobre la jornada del “1-O”).
Claro que el turno del humor también llegó el Tribunal Supremo y en ese terreno la pareja Rufián & Tardá es incomparable y no defraudaron, especialmente cuando el primero afirmó, en relación a los hechos del “20-S” a la puertas de la Consellería de Economía, captados por las imágenes de todas las televisiones, que: «Me chirría que se dijera que aquello era una rebelión o un tumulto peligroso, porque yo fui a comer, yo fui a merendar y yo creo que en una revolución a merendar va poca gente”.
Pero para poco espíritu en el desempeño de sus funciones, fue la señora Forcadell quien se llevó la palma, desvinculándose del fondo del asunto, queriendo decir que ella estaba allí, pero ni sabía, ni conocía, ya que “no es potestad de la Mesa (del Parlament) entrar en el fondo de las tramitaciones parlamentarias”, pero lo que no aclaró es por qué no siguió las recomendaciones de quien era letrado mayor de la Cámara Autonómica de Cataluña, Antoni Bayona, que la advirtió, en repetidas ocasiones que, aunque el proyecto político de la independencia fuera legitimo, lo que no se podía hacer era actuar fuera de la Ley, desobedeciendo reiteradamente la doctrina del Tribunal Constitucional, según recoge en su reciente libro “No todo vale” en el que se hace un relato de los hechos acaecidos en relación al “Procés” y al “1-O”.
“Me chirría que se dijera que aquello (concentración del 20-S frente a la consellería de Economía de la Generalitat) era una rebelión o un tumulto peligroso, porque yo fui a comer, yo fui a merendar y yo creo que en una revolución a merendar va poca gente” (Gabriel Rufián).
También hubo intervenciones solo dirigidas a “performances” particulares, como la del señor Dante Fachín, respondiendo a la pregunta sobre su profesión diciendo que él era “precario”, confundiendo situación con oficio, o las de los representantes de la CUP, Antonio Baños y Eulalia Reguant, negándose a responder las preguntas de la acusación popular, representada por Vox, encantados de pagar la multa de 2.500 euros impuesta por ello por el presidente del tribunal e, inclusive, de asumir hasta el año de prisión (que no implicaría la entrada en un centro penitenciario) previsto en el ordenamiento judicial.
Aunque dentro del lamentable tono ofrecido por los testigos políticos en estas primeras jornadas del juicio del 1-O, hay una excepción, que como siempre confirma la regla, personificada en Iñigo Urkullu, lehendakari en ejercicio, quien contestó a las preguntas que se le hicieron con sencillez y claridad, dejando en mal lugar, a un tiempo, tanto a Mariano Rajoy quien negó hasta tres veces, antes de este testimonio, cualquier intermediación en el conflicto, como al “soberanismo” en general ya que según indicó “Puigdemont en modo alguno tenía el deseo de proceder a la declaración unilateral de independencia”, pero le pudo la presión: “Las personas que se estaban manifestando en la plaza de Sant Jaume se le estaban rebelando y también su propio grupo parlamentario de Junts pel Sí”. Lo cual viene a demostrar el insuficiente peso político del ex-president para defender su propio criterio.
“Puigdemont en modo alguno tenía el deseo de proceder a la declaración unilateral de independencia”, pero le pudo la presión (Iñigo Urkullu, lehendakari que ha reconocido su intermediación alrededor del “1-O”).
Nos quedan varias semanas de juicio del 1-O por delante, pero más allá de los prodigios o aberraciones que nos resten por presenciar en él, hay que destacar el rol que está desempeñando el presidente del tribunal, Manuel Marchena, convertido en una especie de héroe, camino de recrear a Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, con la única evidencia, hasta el momento, de lo mediocre de nuestra casta política.
Artículo publicado en @elespanolcom el 05/03/2019: https://www.elespanol.com/blog_del_suscriptor/opinion/20190305/mediocre-casta-politica/381031894_7.html