Las Teodoras, crítica teatral
24 Nov 2018
La historia de “Las Teodoras”, en una especie de viaje a ninguna parte, es lo que nos describe con acertada dramaturgia Hugo Pérez de la Pica, al construir un relato en el que nos muestra las vicisitudes de cuantas mujeres eligieron el oficio de la interpretación, en un peregrinaje que se inicia en el siglo XIX con las formas de hacer de lo que se conoció como la “declamación engolada”, en una época marcada por la referencia de la gran actriz Teodora Lamadrid (1820/1896), a la sazón profesora de María Guerrero en la Escuela Oficial del Conservatorio de Madrid, dando nombre en esta obra a todas quienes la sucedieron, hasta llegar a nuestra contemporaneidad, más de cien años después, con las técnicas del método ahora vigentes, la improvisación, la expresión corporal o el coaching actoral, pasando por el destape, los castings o, como alternativa, la búsqueda de una “mano amiga” que proporcionase los ansiados papeles sobre la escena, aunque fuera a razón de cinco funciones diarias.
“Oiga que solo quiero un café con leche …¡que hace mucho frío!”
El texto escrito por Pérez de la Pica utiliza dos elementos básicos en su estructura, que son el teatro y las mujeres que lo interpretaron y protagonizaron, aunque por momentos aparezcan algunos reflejos y sombras masculinas, se trate de Jacinto Benavente, Pedro Múñoz-Seca, Ramón María del Valle-Inclán, las parejas de quienes nos participan de su relato o ciertos productores de espectáculos de los que consiguieron llegar a formar parte.
El autor construye un relato muy personal, lleno de nostalgia, pero también divertido e irónico, que homenajea al teatro a través de todas las mujeres que lo han protagonizado, y lo hace reviviendo las conversaciones personales que mantuvo con Criste Miñana, veterana actriz de mitad del siglo XX, cuyos recuerdos toman cuerpo en la sucesión de roles que Chelo Vivares, hija de aquella, consigue con un formidable resultado, multiplicándose en todas y cada una de las actrices que interpreta, adoptando con igual desenvoltura los matices cómicos y los dramáticos, emocionándonos; insinuante o severa según el momento, con gran naturalidad.
“¡Cuanto frío, cuanta hambre …y cuanta risa también!”
A veces resignada como la menesterosa necesitada que pide que se le abran las puertas para tomarse un café caliente, otras desenvuelta al recrear a una simpática cubana, glamurosa al recoger el premio de la Academia o sufriente en aquella pensión, camino de Cuenca, durmiendo con la luz encendida para mitigar el frío con los efectos de la incandescencia de la bombilla del techo. Gran trabajo de Chelo Vivares, que dio vida al personaje de Espinete en el Barrio Sésamo de TVE, y que aquí hace toda una demostración de sus grandes dotes interpretativas, sirviendo ella misma como claro ejemplo de todas esas mujeres a las que se homenajea en esta obra, interpretes sobre un escenario, pero también a quienes crean con su voz tras un micrófono o dando vida a nuestra imaginación tras una careta o bajo un disfraz.
“Como todas las cómicas, tuve la suerte de poder huir hacia dentro”
La dirección del espectáculo y sus elementos técnicos (escenografía, iluminación y vestuario) son también responsabilidad de Hugo Pérez de la Pica, todo ello desde la sutileza y la eficacia, con pocos elementos en escena pero muy bien optimizados, destacando el empleo de la luz, especialmente al jugar con el reflejo de ella sobre un espejo.
Emotivo homenaje a cuentas mujeres han hecho nuestro teatro mejor, desde Teodora Lamadrid a Luisa Sala, de María Guerrero a Irene Gutierrez Caba, de Mary Carrillo a Emma Penella, de Lina Morgan a Lola Gaos, de María Jesús Valdés a María Asquerino, de Catalina Bárcenas a Amparo Rivelles, pero también a Matilde Vilariño, Juana Ginzo, Matilde Conesa, Criste Miñana …y tantas otras; que por si mismo, y por la calidad con que se aborda, merece la visita al sugerente espacio que es el Teatro Tribueñe.
Acabo de verla en Málaga, dentro del Festival de Teatro que se está desarrollando, y me ha parecido una grata experiencia, porque Chelo Vivares me ha parecido un descubrimiento por su arte y cambios de registros en unos segundos.
Recomendable para todos los amantes del teatro, con alguna interpretación de cómicas de las que no dice su nombre pero que se reconocen, como Conchita Montes.
Muchas gracias, José Antonio, por su comentario y participación en https://www.traslamascara.com/category/teatro al hilo de la crítica teatral publicada sobre «Las Teodoras», dónde, efectivamente, está estupenda Chelo Vivares interpretando el emotivo texto escrito, y dirigido, por Hugo Pérez de la Pica. Esperamos seguir contando con sus aportaciones en este espacio, reiterándole nuestro agradecimiento. Saludos.